lunes, 11 de noviembre de 2013

MEA MAXIMA CULPA

MEA MÁXIMA CULPA: Silencio en la casa de dios

Asco. Nausea. Conmoción. Indignación. Furia. Son las emociones que me provoca la película “Mea máxima culpa: Silence in the house of god” (2012) de Alex Gibney. Mea máxima culpa es una frase latina que aparece en una oración católica llamada Yo pecador, “por mi gran culpa”. Es una plegaria de expiación moral. “Silencio en la casa de dios” (dios escrito así, con minúscula), remite a la escandalosa omisión, al terrible  dolo o fatal negligencia de la institución política católica, con relación a sus sacerdotes pederastas. La frase compuesta es demoledora: por la gran culpa de ese silencio han sido brutalmente escarnecidos cientos de miles de niños en todo el mundo.  



El documental es demoledor. El mismo papa Juan Pablo II, protegió al más grande criminal sexual mexicano de la historia, el hediondo  Marcial Maciel Degollado. A quién en la película llaman el mismo “Satanás con sotana”. Un drogadicto que violó a cientos de niños— e incluso a sus propios hijos carnales— que debió morir condenado en las más repugnantes mazmorras mexicanas. Murió en una lujosísima mansión gringa en Jacksonville, rodeado de lujos y de fieles sirvientes que le besaban la mano —y sabrá Dios que más— como un faraón egipcio http://mun.do/1gEpLQ9 . Asco. Nausea. Conmoción. Indignación. Furia.

 


Pero lo que demuestra la película, muy bien, es que no fue obra de Juan Pablo II específicamente.  Sino de la estructura misma de la iglesia. De una política establecida por la atávica institución, en el manejo de sus sacerdotes dementes, que se cuentan por miles. El manejo por parte de la iglesia de estos casos, es de lo mejor del documental. El espectador se queda con la boca abierta. ¡¡¡Se entera uno de unas cosas!!!.

La principal línea narrativa de la película son los desgarradores testimonios de un grupo de muchachos —hoy adultos— con discapacidad auditiva, internos en un Colegio especial en Wisconsin, que fueron abusados por el Padre Lawrence C. Murphy, el director. Un feroz depredador sexual. Bajo su ministerio violó a más de doscientos niños. ¡¡¡Un pederasta en un colegio de niños con discapacidad auditiva... Se me ocurren muchas metáforas, pero se me hace de mal gusto utilizarlas. ¡Dios mío! Sólo de pensarlo…  Asco. Nausea. Conmoción. Indignación. Furia.

 


Pues el Pinche Murphy murió también plácidamente en retiro, en su cómoda cama, con atención secular. Luego el documentalista sale de los Estados Unidos, y nos muestra el panorama mundial. Irlanda, Italia, México… La indignación se desborda globalmente. Y la reacción es la misma también.

Toda persona debería de ver esta película. ¿Por qué? Además de su calidad cinematográfica, simple y sencillamente porque nos habla de la miseria humana de todos los días —contra la que debemos mantenernos alerta siempre— que no es exclusiva de los sacerdotes católicos. México es un país que registra los más altos índices de abuso sexual infantil del mundo. Donde siempre —siempre— la víctima tiene una relación de confianza con el violador: un familiar, un tutor,  un maestro… o un pastor. Eso sin contar el lucrativo comercio y/o el turismo sexual de niños y adolescentes. Un realidad brutal. http://bit.ly/1i3aZl7  

Pero los más interesados en ver la película deberían ser los católicos. Por conciencia cristiana. Jesucristo tiene una frase sumamente reveladora y revolucionaria: “La verdad los hará libres”.   

Las autoridades de la Iglesia han reaccionado falazmente a estos conflictos. Han descalificado las acusaciones, las han tildado de ataques políticos. La defensa a ultranza de monstruos como Murphy o Maciel, parece más propia de las fantasías sádicas del Marqués de Sade —uno de los grandes enemigos de la institución religiosa, por cierto— que de la realidad. Pero ahí están en prensa, y en investigaciones serias, los inmensos castillos de mierda.

Habría que oír las sandeces del Episcopado Mexicano Alberto Suárez Inda a la muerte de Maciel, de quién pidió “respetar su memoria” http://bit.ly/180NN3n .  Algún Obispo despistado sugirió que los propios niños fomentan o incitan a los sacerdotes al delito http://bit.ly/1alAHgH . Evidentemente estos políticos religiosos están mal, deben cambiar. CUALQUIER PERSONA SIN EXCEPCIÓN, QUE COMETA UN CRIMEN DEBE PAGAR POR ÉL. ¡FIN A LOS FUEROS! Exhibirlos es una manera de presionar esos cambios. Cambios que los católicos deberían exigir  por la fe de su iglesia. Iglesia, que si bien recuerdo haber estudiado en mi catecismo, no descansa en los suntuosos pasillos del Vaticano, sino en el alma y en la conciencia de los feligreses.  Y esto también lo dice la película.   


El documental está programado todo el mes de noviembre por HBO http://www.hbomax.tv/mea-maxima-culpa/


1 comentario:

  1. Sin duda un fantástico documental, tuve oportunidad de verlo a través de hbo go online y me impactó mucho, la historia detrás de todo este tema de pedofilia en la iglesia es consternadora sobre todo la idea de que nadie hace nada.

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