sábado, 6 de septiembre de 2008

Nocturno de la Alcoba


El poema "Nocturno de la alcoba" es uno de mis favoritos del poemario de Villaurrutia Nostalgia de la muerte, una poética de intensidad sobrecogedora. Dice Octavio Paz:


"A pesar de la influencia de los poetas franceses, de Chirico y de los surrealistas, Villaurrutia tampoco cerró los ojos, y sus poemas, aun los del período automático, son siempre reflexivos. No me parece una limitación: amo el lenguaje sonámbulo pero desconfío de los poetas sonámbulos. Poeta escaso, casi todo lo que escribió es (será) perdurable. Aunque no es rápido como Pellicer y Novo, no es menos pintor que el primero ni menos intenso que el segundo. Pellicer trabaja con la luz y los colores, está cerca de Tamayo; Villaurrutia con los volúmenes y las apariciones: el cubismo por un lado y, por el otro, la pintura surrealista. La intensidad de su poesía no es la del instante: es una lenta cristalización de horas y días angustiosos. Sus poemas son máquinas transparentes por las que circulan los elementos terribles: la sangre, las obsesiones, el miedo, la lujuria -la vida. El mundo de Villaurrutia, quizá por estar iluminado por el sol abstracto de una idea (la idea de la muerte), posee una vitalidad y una sensualidad verdaderamente feroces. El principio de la muerte -y su máscara: la moral- hizo más violenta y secreta la explosión de la palabra sombría: placer. Esa palabra resuena en las galerías de Villaurrutia con un esplendor rojizo."
Octavio Paz, prólogo al libro Poesía en movimiento.






Consumatum Est, es el único grupo de rock (¿rock?) nacional que trató de plasmar en sus canciones la lírica de Villaurrutia. Aquí su canción "La muerte siempre toma la forma de la alcoba que nos contiene", cuya letra es una adaptación libre del poema que leerá a continuación.

NOCTURNO DE LA ALCOBA

The Tempest 1914 Oskar Kokoschka

La muerte toma siempre la forma de la alcoba
que nos contiene.

Es cóncava y oscura y tibia y silenciosa,
se pliega en las cortinas en que anida la sombra,
es dura en el espejo y tensa y congelada,
profunda en las almohadas y, en las sábanas, blanca.

Los dos sabemos que la muerte toma
la forma de la alcoba, y que en la alcoba
es el espacio frío que levanta
entre los dos un muro, un cristal, un silencio.

Entonces sólo yo sé que la muerte
es el hueco que dejas en el lecho
cuando de pronto y sin razón alguna
te incorporas o te pones de pie.

Y es el ruido de hojas calcinadas
que hacen tus pies desnudos al hundirse en la alfombra.

Y es el sudor que moja nuestros muslos
que se abrazan y luchan y que, luego, se rinden.

Y es la frase que dejas caer, interrumpida.
Y la pregunta mía que no oyes,
que no comprendes o que no respondes.

Y el silencio que cae y te sepulta
cuando velo tu sueño y lo interrogo.

Y sólo, sólo yo sé que la muerte
es tu palabra trunca, tus gemidos ajenos.
y tus involuntarios movimientos oscuros
cuando en el sueño luchas con el ángel del sueño.

La muerte es todo esto y más que nos circunda,
y nos une y separa alternativamente,
que nos deja confusos, atónitos, suspensos,
con una herida queno mana sangre.

Entonces, sólo entonces, los dos solos, sabemos
que no el amor sino la oscura muerte
nos precipita a vernos cara a cara a los ojos,
y a unirnos y a estrecharnos, más que solos y naúfragos,
todavía más, y cada vez más, todavía.