miércoles, 4 de noviembre de 2015

El último churro de Entropía


El siguiente texto fue publicado en la Revista Electrónica "Payaso Procaz", fue el último artículo de mi columna "Entropía" y trata ni más ni menos que el tema de la Legalización. Es un texto esquizofrénico porque muestra mi visión al respecto, que es ambigüa, ya que por un lado estoy totalmente a favor de la legalización, de esa y de otras drogas, pero estoy en contra de su consumo. 

Así que propongo un firme activismo en contra del consumo de las drogas, aunque apoyo su legalización. Yo pienso que esto es perfectamente legítimo, pero mi mejor amigo me ha acusado de ultraderechista, panista, hijo de Fox, y etc. Es dificil mantener una postura así en la modernidad, he visto drogarse al 80 por ciento de mis amigos; en una de las escuelas en las que yo estudié yo era el único alumno que no fumaba marihuana. 

De ese gran total de amistades he tenido la desgracia de ver morir a dos por causa de las drogas. Y si fuera uno solo, para mí, ya es un costo muy alto. En mi texto me falto señalar que la marihuana tiene efectos positivos y terapeúticos cada vez más comprobados, son notables los textos que ha estado publicando a este respecto el psiquiatra y rector universitario Juan Ramón de la Fuente. Y con todo, el uso adictivo de esta droga también tiene fatales consecuencias. Pero en fin, cada quién su churro. Este artículo se publico en mayo de 2013. Así se veía: 



 

El último churro de Entropía

El problema de las drogas no es una cuestión moral. No es un problema de maldad y bondad. Ni las personas que usan drogas son malas, ni las personas que no las usan o que nunca las han usado, son almas de Dios. Socialmente es muy importante que desvinculemos el tema de las drogas de la valoración moral, de tal forma que veamos el problema como lo que es. Un asunto de salud. Con dos aristas diferentes, de salud pública y de salud personal. Que a veces puede ser meramente anecdótico, pero que otras, desafortunadamente puede tener un impacto profundo y definitivo en la vida de las personas.   Las drogas no son malas. Tampoco las personas que las usan. La adicción a las drogas sí. O sea la enfermedad, la farmacodependencia. ¿Quién es farmacodependiente y quién no? No lo sabemos. Para los que son adictos… basta una vez, un solo consumo, para arribar al abismo mortal de la drogadicción. Y por eso, pienso que es mejor no probarlas. Yo propongo un activismo contra el uso de las drogas. Pero también apoyo su legalización. Esto puede parecer contradictorio, pero no lo es.  

La amplia paleta de drogas legales  e ilegales que existen, ofrecen experiencias muy diversas. Algunas muy positivas. La cocaína por ejemplo mejora la fuerza y la energía vital, incrementa el intelecto, e inhibe los malos efectos del alcohol. Pero, como los opiáceos, es tremendamente adictiva. Y desde el punto de vista médico, brutalmente destructiva.  Se ha demostrado científicamente el grave deterioro de la capacidad sináptica del cerebro con el uso crónico. En la cocaína ese deterioro es muy visible, uno puede identificar sólo por su aspecto a una persona adicta a esta sustancia.

La marihuana, que es una droga más benigna que los opiáceos y que la cocaína, tiene tres veces más cancerígenos que el tabaco. Su uso intensivo y prolongado produce mucho más rápido que el tabaco, problemas muy graves de cáncer. Me gusta mucho poner de ejemplo al gran músico jamaicano Bob Marley. Un verdadero genio. Desafortunadamente, adicto a la marihuana. Murió a los 36 años, consumido por la metástasis cancerígena. La marihuana tiene además graves impactos negativos en la conducta: entorpece la atención y la concentración, y afecta la memoria. Todas capacidades que impactan el coeficiente intelectual. El uso prolongado de esta sustancia puede afectar estas capacidades de forma permanente. 

Resulta evidente que el abuso de las drogas, aún de las más benignas, aún de las que son legales, impacta negativamente la salud, con todas las consecuencias que esto conlleva.

Sería padrísimo contar con una droga que tenga todas las virtudes y que prescindiera de sus defectos. Pero no existe. Todavía no. Por el contrario, la ambición humana ha propiciado la creación de drogas químicas con efectos placenteros más poderosos, pero también mucho más destructivas. El crack o la piedra, como se conoce en el barrio mexicano, es un procesado de cocaína que propicia una experiencia sumamente placentera, con un poder adictivo devastador. En Estados Unidos la adicción al crack tuvo rasgos epidémicos en los años ochenta http://es.wikipedia.org/wiki/Epidemia_de_crack. 

Yo viví personalmente la destrucción de una buena amiga, por virtud de la piedra. Era hija de familia, tenía una buena plaza en Petróleos Mexicanos, tres hijos y la vida por delante. La primera vez que desapareció —dejando a sus hijos desamparados— fue encontrada en la merced, prostituyéndose para costear su adicción a las drogas. La segunda vez que desapareció anduvo viviendo de la mendicidad. Taloneaba, como se dice vulgarmente. Sacaba para su hotel, su comida —una al día— y su droga. Esta vez no la encontró su familia. La entregó su pareja callejera en una lamentable situación psiquiátrica. En situación de calle sufrió vejaciones indescriptibles. Pero eso era lo de menos. Estaba destruida psíquicamente, de forma irreparable. Mi amiga había desaparecido y lo que quedaba de ella, era un remedo de ser humano, una caricatura.

Una de las motivaciones que llevaron a mi amiga a las drogas fue su espíritu de rebelión. Consideramos a las drogas un mundo prohibido, y eso las hace más deseables de lo que debieran ser. Lo prohibido incita, emociona. Es experiencia humana común. Si queremos realizar una buena campaña contra el consumo de las drogas, lo primero que hay que hacer es quitarles esa imagen cultural. No hay de otra, hay que abolir la prohibición.

El prohibicionismo fomenta muchos vicios sociales nefastos, el tráfico y la violencia del tráfico, la constitución de poderosas mafias o aberrantes grupos delictivos, les da poder económico y por lo tanto poder corruptor; el prohibicionismo fomenta la falsa imagen de la droga como un elemento de rebeldía, un fenómeno contracultural que la vuelve deseable para los jóvenes e indeseable para los poderes autoritarios. Y ahí está: el motor de una nefasta valoración moral, socialmente establecida. Si la autoridad dice no. La rebeldía dice sí. Aunque sea autodestructivo.    

Los beneficios de la legalización son enormes. Además de abolir todos los vicios antes descritos, permitiría un mejor manejo del problema en términos sanitarios. De facto, al ser legal, podemos controlar mejor su distribución, por ejemplo inhibir su consumo en niños o jóvenes. Podemos darle una nueva imagen a las drogas, tal como hoy se hace con el tabaco y el alcohol. En fin. Las drogas deben legalizarse. Y por otro lado, mantener un intenso activismo contra el consumo de las drogas.

Imagino una campaña: “No las pruebes”, una campaña que demuestre que hay mejores experiencias en la vida que la que te puede brindar el uso de una droga. El deporte, el excursionismo, el arte, el amor. Porque siempre es mejor NO PROBARLAS. 

Este es el último churro de Entropía en el Payaso Procaz.

Todo lo que inicia termina, y lamentablemente la historia del Payaso Procaz concluye estos días.  

Agradezco muchísimo el espacio, el trabajo y el apoyo que me brindaron los espíritus mágicos del Payaso: Cecilia, Carlos y Leopoldo. Con su arte y liderazgo llevaron esta revista, y el blog Entropía, a muchísimos lectores. Agradezco infinitamente a mis tres lectores, su lealtad y sus buenas vibras. Si mejoramos un poquito su humor cotidiano y le provocamos algunas buenas vibras, cumplimos el objetivo. El BLOG ENTROPÍA no se va definitivamente, sólo suspende labores temporalmente. En próximos meses, en el BLOG DOSVALAR se dará a conocer el nuevo espacio de este BLOG.  Por lo tanto esto no es un adiós, sino un hasta pronto. Los quiero.

Entropía S. A. V. (Sociedad del Amor a la Vida)

Luis F. Gallardo León
 
23 Mayo 2013

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Por cierto, muy pronto tendré nueva columna en otra revista digital.