sábado, 15 de noviembre de 2008

Dos flores al mal


DOS FLORES DEL MAL

Lo odioso aparece al lado de lo más bajo, lo más repugnante al lado de lo infecto. Nunca se vio sobar y morder a tantos pechos en tan pocas páginas; nunca se contempló semejante desfile de demonios, de fetos, de monstruos, de gatos y de podredumbre. El libro es un hospital abierto a todos los excesos de la mente, a todas las putrefacciones del corazón.

Gustave Burdion en Le Figaro

“Cuando hablan de Baudelaire, críticos y maestros no nos perdonan ninguna de sus desgracias, andanzas y vicios: la infancia difícil, la bohemia del estudiante, las prostitutas y la sífilis, la pasión morbosa por la mulata Jeanne Duval, los apuros económicos, la salud paulatinamente degradada y las poses de dandy, la vejez prematura y la afasia, por fin la muerte lamentable después de una larga agonía entrecortada por eructos blasfematorios. Parece ser que no hay modo de justificar el genio si no es por la debilidad o las manías, el alcohol y las drogas, las amantes y la decrepitud; como si el artista no pudiese ser tal sino por causas infamantes.”
“Baudelaire fue así, durante más de un siglo, un poeta inmoral, rayando la pornografía, una lectura para degenerados que el orden moral sólo podía coger entre pinzas y tapándose la nariz. La nota de Gautier, en su Rapport ya avisaba que las flores de Baudelaire eran venosas; allá aquel que se atrevía a olerlas.”



“Las flores del mal debían sentarse en el banquillo como Jesús debía ser crucificado. Eran los años del imperio autoritario; el poder miraba con recelo cualquier desorden, cualquier libertad tomada con la moral oficial y Baudelaire lo sabía. Tuvo que pagar el precio de sus atrevimientos pero no supo sacarle el provecho que Flaubert sacó al proceso de Madame Bovary.

Introducción por Alain Verjat y Luis Martínez Merlo, a la edición bilingüe de “Las flores del mal” de Charles Baudelaire, por ediciones Cátedra, Madrid, 1998. Letras Universales 149. Pags: 36, 23, 34.

CIX

La destrucción

A mi lado el Demonio sin cesar se revuelve;
nada a mi alrededor como un aire impalpable;
lo aspiro y lo siento quemando mis pulmones
y los llena de un deseo eterno y culpable.

Toma a veces, pues sabe cuánto me gusta el Arte,
la forma de la más seductora mujer,
y, con el pretexto de quitarme las penas,
acostumbra mis labios a sus filtros infames.

Así me lleva lejos de la vista de Dios,
destrozado de fatiga y jadeante, en medio
de llanuras de Hastío[1], profundas y desiertas,

y en mis pupilas llenas de confusión arroja
mancillados vestidos, heridas palpitantes,
y el bullicio sangrante de la Destrucción.

CIX

La Destruction

Sans cesse à mes côtés s’agite le Démon;
Il nage autour de moi comme un air impalpable;
Je l’avale et le sens qui brûle mon poumon
Et l’emplit d’un desir éternel et ocupable.

Parfois il prend, sachant mon grand amour de l’Art,
La forme de la plus séduisante des femmes,
Et, sous de spécieux prétextes de canard,
Accoutume ma lèvre à des philtres infâmes.

Il me conduit ainsi, loin du regard de Dieu,
Haletant et brisé de fatigue, au milieu
Des Plaines de l’Ennui, profondes et désertes,

Et jette dans mes deux pleins de confusion
Des vétements souillés, des blessures ouvertes,
Et l’appareil sanglant de la Destruction!

Luzbel expulsado del paraíso, Gustave Doré

CXX

Letanías de Satán[2]

Oh, el más sabio y hermoso[3], tú, de todos los ángeles,
Dios traicionado por el hado y privado de loores[4],

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Oh príncipe exiliado a quien se hizo una ofensa,
y que, vencido siempre, más fuerte te levantas[5].

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Tú que lo sabes todo, rey de lo subterráneo,
sanador familiar de la angustia del hombre,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Tú que, hasta a los leprosos y a los parias malditos,
el gusto del Edén por amor les enseñas,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Oh tú, que de la Muerte, tu vieja y fuerte amante,
Engendras la Esperanza, —¡Qué deliciosa loca!

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Tú que das al proscrito la mirada alta y calma
que a todo un pueblo en torno de un cadalso condena,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Tú que en qué rincón sabes de tierras codiciadas
Escondió el Dios celoso sus piedras más preciosas,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Tu vista sabe los hondos arsenales
donde encerrado un pueblo de metales dormita,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Tú, cuya larga mano al sonámbulo errante
Al borde de las casas los abismos oculta,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Tú que, mágicamente, los viejos huesos sanas
al ebrio rezagado que los caballos pisan,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Tú que a mezclar enseñas azufre con salitre[6],
para darle consuelo al doliente hombre frágil,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Tú que pones tu marca, oh cómplice sutil,
En la frente del vil y despiadado Creso,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Y a las muchachas pones en el pecho y los ojos
el culto de la llaga y el amor del andrajo,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Bastón del exiliado, luz de los inventores
confesor del ahorcado y del conspirador,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Padre adoptivo de esos que en su cólera negra
Dios Padre del Edén Terrenal ha expulsado,

¡Apiádate, oh Satán, de mi larga miseria!

Oración

¡Gloria y loor a ti, Satán, en las alturas[7]
del cielo, en donde reinas, y en las profundidades
del infierno, en que sueñas, derrotado, en silencio!
¡Haz que mi alma, debajo del árbol de la Ciencia,
junto a ti un día repose, cuando sobre tu frente
igual que un templo nuevo sus ramajes se expandan!

CXX

Les Litanies de Satan

O toi, le plus savant et le plus beau des Anges,
Dieu trahi par le sort et privé de louanges,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

O Prince de l’exil, à qui l’on a fait tort,
Et qui, vaincu, toujours te redresses plus fort,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui sais tout, grand roi des choses souterraines,
Guérisseur familier des angoisses humaines,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui, même aux lépreux, aux parias maudits,
Enseignes par l’amour le goût du Paradis,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

O toi qui de la Mort, ta vielle et forte amante,
Engendras l’Espérance, —une folle charmante!

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui fais au proscrit ce regard calme et haut
Qui damne tout un peuple autour d’un échafaud,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui sais en quels coins des terres envieuses
Le Dieu jaloux cacha les pierres précieuses,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi dont l’œil clair connaît les profonds arsenaux
Où dort enseveli le peuple des métaux,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi dont la large main cache les précipices
Au somnambule errant au bord des édifices,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui, magiquement, assouplis les vieux os
De l’ivrogne attardé foulé par les chevaux,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui, pour consoler l’homme frêle qui souffre,
Nous appris à mêler le salpêtre et le soufre,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui poses ta marque, ô complice subtil,
Sur le front du Crésus impitoyable et vil,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui mets dans les yeux et dans le cœur des filles
Le culte de la plaie et l’amour des guenilles,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Bâton des exilés, lampe des inventeurs,
Confesseur des pendus et des conspirateurs,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Père adoptif de ceux qu’en sa noire colère
Du paradis terrestre a chassés Dieu le Père,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Prière

Gloire et louange à toi, Satan, Dans les hauteurs
Du Ciel, où tu régnas, et Dans les profondeurs
De l’Enfer, où, vaincu, tu rêves en silence!
Fais que mon âme un jour, sous l’Arbre de Science,
Près de toi se repose, à l’heure où sur ton front
Comme un Temple Nouveau ses rameaux s’épandront!


[1] Esta palabra es la clave del poema. Para luchar contra el Spleen, el poeta suscita el sadismo latente en cada hombre, lo que él llama “Las flores del mal”.
[2] Antes de 1848, consta que un grupo de jóvenes rendía culto a Satán. Estas letanías se inspiran en los rituales y oraciones de esta religión.
[3] La expresión es una antigua tradición. Cfr. Marino: “…o gia di luce Angel più Bello!”.
[4] El mito de Lucifer no se entiende si no se le considera, como hacían los románticos, ante todo como un vencido que no ceja en sus empeños.
[5] Para Baudelaire, como para los lectores románticos de Milton, ésta es la superioridad de Satán.
[6] Ingredientes de la pólvora: el propósito revolucionario del autor es declarado.
[7] Los cultos luciferiano suelen invertir los términos del culto católico o calcarlo. La expresión adapta “Gloria in excelsis Deo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión y tu crítica es muy valiosa para mi, por favor tómate un momento para comentar.