sábado, 4 de enero de 2014

DIANA de Oliver Hirschbiegel

Sobre Diana: ¡Qué bueno que no fui lady Di!

Pasó sin pena ni gloria por la cartelera una estupenda película. Diana (2013) de Oliver Hirschbiegel, un magnífico director alemán, responsable de esa JOYA llamada “El experimento” (Das experiment, 2001). No parecía el mejor momento para un tema que tiene 15 años de retraso —por lo menos—, pero estamos en un nuevo apogeo del Biopic. Este año vimos muchísimos Biopic, de todos sabores y colores: la de Lincoln, la de Linda Lovelace, la de Jobs, y hasta la de un mayordomo de la Casa Blanca, etc. En ese contexto, revivir a Diana es coherente con el mercado mundial. La película narra los últimos años de Diana de Gales, Lady Di. La canción de Gloria Trevi le queda pintada a esta película.



Lejos de los trastornos o convencionalismos del género, la película puede leerse como una historia de amor imposible, bastante bella. El guión es fenomenal. Habría que poner al chafísima guionista de Jobs —un chamaco llamado Matt Whiteley— a copiar cien veces el guión de Diana. Pero claro, Diana la escribió un viejo dramaturgo inglés con más tablas que una carpintería, Stephen Jeffreys, responsable también del guión de la interesante The Libertine (2004) de Laurence Dunmore, basada en un libreto teatral del mismo Jeffreys. Explorando el tortuoso romance de Diana con un médico Pakistaní, pinta estupendamente al fenomenal personaje de cuerpo completo. En Jobs, tontamente trataron de pintar al personaje a lo largo de su vida, nació en tal lado, creció en tal otro, estudio esto, desarrolló lo otro, murió así, etc. Y no logran ni por asomo un buen retrato. En Diana centrándose apenas en un detalle de su vida, pum: de cuerpo completo. La parte por el todo. Eso es cine de primera.



Y Naomi Watts es otra de mis veneradas diosas. Está increíble. Me encantó que el director decidiera no utilizar maquillaje para hacerla más parecida físicamente a la princesa. Por el contrario, en el universo de la película, todos los props, los periódicos, las noticias, los carteles, etc., en todos aparece Naomi… como Diana, la actriz se apodera del personaje desde adentro. Irradia a Diana. 



Un trabajo histriónico de mucha clase y sensibilidad. Me recuerda al Malcolm X de Denzel Washington. Otro dios. En fin. Buena película. ¿Por qué fracasó? ¿Saben por qué? Porque la programaron en las dos peores semanas del año. Semanas, que históricamente, tienen ocupación de salas de menos del 10%. Las dos semanas antes de las fiestas de la natividad. Es decir, los distribuidores y los productores la tronaron —ex profeso, o sea, adrede— con una muy mala programación. ¿Por qué? Es una coproducción Europea —no hay lana gringa pues— y como tal, entra de relleno, y le tocó entrar de relleno en la peor época del año. Y luego dicen que los gringos ya no son gandallas con los cines extranjeros. ¿No?      


Última reflexión: Qué bien se siente saber que estas gentes poderosas también sufren los sinsabores de la vida cotidiana. Como que estos dramas alimentan nuestro morboso rencor social. Recientemente vimos a Obama en el OSO de la década, cuando su mujer le hacía escenas, pucheros y jetas, exhibiéndolo mundialmente. En la película vemos como a la mismísima Diana de Gales —por cierto heredera legítima al trono de la corona ingresa, o sea pudo haber sido REINA de Inglaterra, ¡así!— la corre su amante, —un pelagatos— de un depa de interés social. Uta. ¡Qué chido! Y qué momento cuando Diana le grita a su Khan, —así se apellida el doctor no sean malpensados— que ella tiene el amor de miles, quizá millones, pero no el amor que ella quiere…  Remember Rosebud. ¡Qué bueno que no fui lady Di!

Luis F. Gallardo

05 Enero 2014

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