viernes, 20 de diciembre de 2013

EN LA CASA

En la casa… cine-literatura

I. La crítica específica

El cine y la literatura nunca han sido los mejores amantes. Por ello, es notable lo que logra Francois Ozon en su película Dans la maison (En la casa) 2012. En la era de la intertextualidad posmoderna, centra la película en torno al óntico literario (sobre lo óntico esta bueno este artículo http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/3/1056/18.pdf ). 



Una película llena de reflexiones estéticas —no solo literarias— profundas, bien integradas a un discurso fílmico ameno y entretenido. Incluso divertido. Profundidad que quedó frustrada en Adaptation (El ladrón de orquídeas) 2002 de Spike Jonze, en donde la reflexión queda aplastada por el autoimpuesto y forzado modelo joligudense. Ozon —sin concesiones— lleva su idea a límites interesantes, en las que juega con las expectativas del espectador, pero también de los personajes que son al mismo lectores y espectadores imaginarios, en este juego metaficcional, cervantino, tan sobado en nuestra era pusmoderna. Para todo público, adulto, estudiado. Pero la disfrutaran más los entendidos.

II. La reflexión estética

El cine y la literatura nunca han sido los mejores amantes. Según la crítica cinematográfica tradicional, y tomando por los pelos la opinión pública común, la obra literaria es superior, y por mucho, a la película. Hay algo de razón en ello. De las decenas de adaptaciones —animadas, televisivas y fílmicas— que se han hecho de “El señor de los anillos” de Tolkien —las mejores son las películas de Peter Jackson en sus versiones extendidas— ninguna en mi opinión se acerca al nivel artístico de la extraordinaria saga literaria de Tolkien. Por el contrario excepcionalmente obras literarias, malas o mediocres, han terminado en extraordinarias películas: “Ben Hur” (1959) de William Wyler, sería el mejor ejemplo. David Lean, John Huston y Stanley Kubrick consiguieron películas que están a la altura de sus fuentes literarias o las superan (de Huston les recomiendo muchísimo “The man who would be king” 1975 El hombre que sería Rey https://www.youtube.com/watch?v=rNb6SxXcD7g , con estos parámetros diríamos que muy superior al cuento de Rudyard Kipling). Pero son casos harto excepcionales.

No concuerdo con estas apreciaciones que ponen en competencia experiencias tan disímiles como la experiencia literaria y la experiencia cinematográfica. En realidad estamos frente a un sofisma crítico. Cada experiencia estética, artística, debe aportar lo suyo. No podríamos decir que “El Quijote” de Cervantes, es superior a “El Quijote” de Richard Strauss, fenomenal poema sinfónico del maestro modernista https://www.youtube.com/watch?v=5BAB9eodo5E . Simplemente porque la música no puede transmitir lo que transmite el libro. Obvio. Transmite otra experiencia. No hay punto de comparación. Tampoco en el arte literario y cinematográfico. Al cine lo que es del cine y al libro lo que es del libro. Ir a ver una película con la obra literaria en el pensamiento conduce siempre a la decepción, aunque ambas experiencias sean satisfactorias. El deseo de que la película sea idéntica al libro —ansilaridad— conduce a un shock, lógico pero injustificado. A mí me pasa lo contrario. En lo personal deteste el “Harry Potter” fílmico, simplemente porque era demasiado idéntico a las novelas. Era como ver pasar en limpio. Siempre que un autor literario mete demasiado sus narices en lo fílmico echa algo a perder. Por cierto algunos de los “Harry Potter” fílmicos son películas aburridísimas, y prescindibles. Ok, la de Cuarón no, ni la primera.

La obra literaria debe utilizar sus recursos expresivos, y la cinematográfica los suyos. La mejor película de la saga “Crepúsculo” es sin duda “Amanecer Parte 2”, debido a que alguien en la producción —guionista, director o productor— tomó la decisión de olvidarse del libro para que la película proporcionara una experiencia cinematográfica más emotiva que sus antecesoras. Y lo logra.      

Hay que abatir esa competencia injusta. Cuando el artificio artístico rebasa los límites de una técnica artesanal, formulista, académica o comercial; cuando raya en la genialidad, cuando hay arte propiamente dicho, sea literatura, pintura, música o cinematografía, cada forma artística es seductora, a su manera… y así nos enamora, nos conquista, nos hace el amor. Si las obras se citan, se evocan, se reinterpretan, se escupen, saltando de una forma artística a otra, no deberíamos ver la cita, la evocación, la reinterpretación, la invectiva: debemos apreciar la obra en sí. Muerte al juicio intertextual.

Luis F. Gallardo


20 de diciembre del 2013

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