viernes, 29 de agosto de 2008

El mito de la "rubia tarada"

El mito de la “rubia tarada”.
¡Qué imperfecta
cosa, en un hermoso vaso
poner la Naturaleza
licor de un alma tan ruda!
Con que yo salgo de duda
que no es alma la belleza.
La dama boba, vs 1375-1380
Lope de Vega

El “mito de la rubia tarada” esta muy incorporado a la cultura pop contemporánea. El pretexto de este ensayo lo conforma una rola clásica de SUMO del legendario Luca Prodan —víctima de la Ginebra y la cirrosis hepática—, http://www.lotienetodo.com.ar/luca/ que la banda, o el vulgo conocemos mejor como “La rubia tarada” pero que se llamó originalmente “Una noche en New York City” quizá las dos estrofas más significativas sean las siguientes:



La rubia tarada, bronceada, aburrida,
me dice: "Por qué te pelaste?"
Y yo "Por el asco que dá tu sociedad.
En el pelo de hoy ¿cuánto gastaste?"

¡Basta! ¡Me voy! Rumbo a la puerta
Y después a un boliche a la esquina
a tomar una ginebra con gente despierta.
Esta si que es Argentina!

En la canción la “rubia tarada” encarna la posición mercantilista y superficial de la sociedad moderna, lo dérmico, y se contrasta con la gente despierta, la que si es argentina y Argentina. Es una visión de la rubia plástica, la chica dorada —como pepita— aunque sea de oropel porque no todo lo que brilla es oro.

El mito de la “rubia tarada” tiene orígenes oscuros pero debemos rastrearlos en la milenaria sociedad machista y en su literatura tradicional —recordemos esa corriente literaria misógina que atraviesa la edad media, que era contrapunteada por la corriente marista— que expone ejemplos de mujeres muy adecuadas para la reproducción de la especie pero deleznables como compañeras intelectuales. La mismísima Eva bíblica es engañada ingenuamente por el diablo y tiene toda la culpa de la caída del hombre y su expulsión del paraíso.

En el origen de nuestra caída, esta la rubia ingenua.


La literatura medieval del amor cortés hacía de la mujer una presea, y conocemos el manido argumento de la princesa secuestrada y rescatada, donde la mujer viene a ser equivalente a un trofeo. Quizá sean los mitos infantiles los más arraigados a esta tradición, ya que en su solución las princesas encuentran un príncipe, es decir un hombre, que les resuelve la vida y su destino a través del matrimonio. En una cultura en la que la mujer —en las mentalidades— era objeto de intercambio y no un sujeto proactivo; la mujer adquiría valor a través del hombre.

La rubia doméstica

Por otro lado al caer el Imperio Romano por las invasiones bárbaras, los nuevos reyes (ni tan) bárbaros toman el poder y los nuevos gobernante sustituyen el tipo latino —legítima y etimológicamente latino en strictu sensu, no latinoamericano— por el tipo rubio de las regiones frías del norte de Europa. El rubio y la rubia —la Valkiria— es símbolo del poder en Europa por más de un milenio. Y esta mentalidad eugenésica, que ya forma parte indeleble de la cultura occidental, fortalece la identidad europea contra las múltiples invasiones arábigas —invasiones raciales también.

La rubia legendaria

En la fórmula del mito de la “rubia tarada” tenemos entonces cucharadas de misoginia, con polvos de mentalidad eugenésica —actualmente no asumida aunque igual de vigente—, que provocan que el color más deseable de cabello y piel sea el güero (Vean lo que ocurre actualmente con los asiáticos). Por eso se trata de “la rubia que todos quieren” como reza el slogan de una cerveza producida en México llamada la “Rubia Superior”, en cuyo patrocinio en los ochenta contaba con una campaña basada en bellísimas modelos de cabellos dorados utilizadas como meros objeto de consumo, cuyo IQ es lo que menos importa. La rubia superior, la rubia que "todos quieren"
(obvia explotación sexista de la imagen femenina)


No es gratuito que la muñequita de acción más vendida en todo el mundo, la famosa Barbie, tenga los cabellos dorados. No se trata solamente de un simple juguete de acción, de un producto de consumo: es un objeto ideológico que en su mismo marketing histórico se plantea como un ideal aspiracional, como un objeto simbólico del gastado clisé del consumismo femenino —Barbie con su auto, su chalet, su piscina, sus zapatitos, sus abrigos de piel, sus credit card, su, su, su, sin fin— además de un modelo seudofemenino sintético, superficial, anoréxico, idealizado. Las niñas del mundo (de todas razas y naciones), con las plasticidad maravillosa de su mente infantil, abierta al conocimiento del mundo, se identifican con el juguete mientras juegan, y al mismo tiempo que proyectan su yo, modelan su personalidad, inevitablemente contaminada por los patrones éticos que encarna aquel pequeño y en apariencia inocente pedazo de plástico modelado.

La rubia de plástico

En el siglo XX la “rubia tarada” se volvió un mito maniqueo, típico del binarismo posmoderno, que exalta la hipersensualidad y la contrasta con la ingenuidad insultante, el infantilismo mongoloide o la taradez intelectual. Lorelei Lee (Marilyn Monroe) puede presentarse como ejemplo inmejorable de hipersensualidad enloquecedora e infantilismo exasperante.

La rubia superficial


Se trata de la güerota que le cantó sus mañanitas al presidente Kennedy, la rubia que efectivamente todos querían —y quizá tenían— sensual y antojable como una Coca-Cola… y así mismo retornable y desechable indistintamente. Recordamos aún hoy día aquellas “nalgotas”… pero que nos queda de su pensamiento, si es que alguno tuvo. No obstante se convirtió en un ícono de la cultura norteamericana, como la Coca Cola…

La rubia coca cola

King Kong, aquel inolvidable gorila-crecilac, no tuvo a bien enamorarse de ninguna de las mujeres de piel negra que los atribulados autóctonos de la Isla Calavera le ofrendaban regularmente, mujeres que los realizadores de la película se encargan de afear y primitivizar (el trasfondo racista de esta película enchina la piel). Pero apenas le ponen enfrente a Ann Darrow, la “rubia superior” —Fay Wray (Cooper-Shoedsack, 1933), Jessica Lange (Guillermmin, 1976), Naomi Watts (Jackson, 2005)— el antropoide queda enamorado y sentenciado a su fatal destino ya que “la güera mató a la bestia”.

Conocemos la respuesta.


King Kong con su barbie de acción

Y es que los gorilas así como los hombres las prefieren rubias. (Gentlemen Prefer Blondes, Hawks, 1953). “Esa rubia debilidad” (The Marrying Man, Ress, 1991) puede ser fatal como bien puede certificar la doctora Catherine Tramell (Basic Instinct, Verhoeven, 1992).

La rubia mortal


En la película “10” (Edwards, 1979) la mujer perfecta con la venusina aparición de Bo Derek, una “rubia superior” que todos quisieran, la güera es tarada pero moralmente. El músico George Webber (Dudley Moore) no se siente muy convencido de que su novia Samantha Taylor, una rubia desabrida y avejentada (Julie Andrews) que lo trata más bien con espíritu maternal, sea la mujer de su vida.

Julie Andrews, la rubia moralista


En ese momento de duda se atraviesa en su camino Jenny Hanley (¡¡¡¡¡¡Bo Derek!!!!!!). Como verdadero imbécil aboca su vida a conseguir una cita romántica con la rubia superior y para sorpresa de todos la consigue.

Bo Derek "10" la mujer perfecta, la rubia liberal

Ya certifica de tarada absoluta a esta mujer dizque perfecta por su decisión de acostarse con George (Dudley More), pero además en la cama él descubre sus imperfecciones morales (como si tuvieran importancia). Entonces se decide por la Novicia Reverde, por la Mary sin Pompis, su noviecita desabrida, de moralina edulcorada.

En la más reciente versión de Superman (Singer, 2006) encontramos al supervillano y se supone que super inteligente Lex Luthor —Kevin Spacey— arrejuntado con una mega tarada (lo cuál no es muy inteligente) Kitty Kowalsky —Parker Posey— quien encarna de nuevo el clisé, infantilismo aunado a una taradez insuperable.

Parker Posey encarna a Kitty Kowalsky, la rubia mega tarada

Una vuelta de tuerca al clisé de la “rubia tarada” con efectos de chascarrillo puede encontrarse en “Superman III” (Lester, 1983) aquella con el comediante Richard Pryor en el papel de Gus Gorman genio de la computación. El super villano Ross Webster (Robert Vaughn) y su dominatriz esposa Vera Webster (Annie Ross) —la que al final se transforma en un temible robot— tienen como asistente a una “rubia debilidad” Lorelei Ambrosia (Pamela Stephenson) que los engaña haciéndose pasar por una mega tarada, aunque nosotros sabemos que es una intelectual consumada.

La rubia intelectual, tan inteligente que explota su imagen de rubia tarada y le saca jugo.

La verdadera apología cinematográfica al mito de la “rubia tarada” lo constituye “Dogville” de Lars Von Trier, con la idem Nicole Kidman, donde Grace Margaret Mulligan permite las más horrendas vejaciones por parte de la gente ojete de un pueblo rascuacho de las montañas llamado Villa Perra. Se trata de una Blanca Nieves sin cerebro, de ingenuidad insultante —en México hay una palabra que expresa mejor el concepto de ingenuidad insultante y que le queda bastante bien a Grace— aunque hay matices notables con relación al cuento de la piel blanca. La heroína de los Grimm al verse en peligro huye despavorida internándose en el bosque a donde se topa con la cabaña de este grupo de siete gentes pequeñas y a la vez adultos en plenitud conocidos vulgarmente como los siete enanitos. Grace en cambio no confía en sus propias facultades físicas e intelectuales para huir de la degradante condición en la que se sitúa y confía en las personas que la están jodiendo —literalmente hablando.

Grace Margaret Mulligan lleva el mito de la rubia tarada al paroxismo

Algo trae el director danés con las rubias taradas ya que no fue la primera vez que utilizó el mito de la rubia tarada en un filme, en Breaking the Waves su personaje rubia era tarada por razones congénitas.

La rubia tarada por razones naturales

En los cartones animados de la barra infantil de Nickelodeon nos encontramos con “Lola y Virginia”, por un lado Lola es una niña con anteojos y mucha personalidad, simpática, inteligente, solidaria, amistosa, amable, generosa… etc… ah olvidaba decir también clasemediera. Por otro lado Virginia es una niña rubia, egoísta, tonta, superficial, envidiosa, vanidosa… etc... y por supuesto milloneta. Creo que hasta para los niños el mensaje queda claro. No se puede oxigenar el cerebro de la misma manera en que se oxigena el cabello.

La rubia encarna valores negativos hasta en las caricaturas


Por supuesto que estamos hablando de un mito, y por lo tanto de una mentira. El hecho de ser rubia no vuelve a nadie más o menos inteligente, por tanto más tarada o menos tarada. Aunque suene a perogrullo se trata de un rasgo físico superficial, exterior, que debería carecer de importancia (aunque resulta obvio que culturalmente la tiene). Lo interesante de este pequeño y desordenado ensayo es considerar lo que nuestra cultura hace con estos mitos en su producción de significados.

Afortunadamente en el mundo real contamos con ejemplos de grandes inteligencias a la vez que de notables personalidades artísticas de cabello dorado como Britney Spears, Paulina Rubio o París Hilton quienes se encargan de dar al mito social su justo valor.



NOTA A LA MEXICANA

En el México contemporáneo también se ha explotado el mito de la rubia tarada, fresa, hipersexual, perversa. Recordemos esa obra maestra de don Luis Buñuel, "Susana: Carne o demonio" con una despampanante y perversa rubia encarnada por Rosita Quintana. Dos cortometrajes contemporáneos explotan el mito con fines humorísticos: por un lado el "Paty Chula" escrita por mi colega y amigo Alfredo Robert, con una rubia oxigenada, fresona y bastante tarada; por otro lado tenemos "La suerte de la fea, a la bonita no le importa..." de Fernando Eimbcke, que pueden ver a continuación. La película parodia al personaje de Pamela Anderson Lee en "Baywatch", pero cortando su cabeza con el encuadre: al guillotinar la cabeza se da a entender que carece de importancia -es la rubia sin cabeza, sin cerebro- lo que importa es su cuerpo. Curiosamente este mismo efecto guillotina puede verse en la serie animada "Powerpuff girls" ("Las chicas superpoderosas") con el personaje de Ms. Sara Bellum, la asistente del alcalde.



POSDATA

Debemos aclarar que no se trata de un ataque misógino, sexista o antifeminista. Hablamos de “mitos culturales” que conforman clisés incorporados al pensamiento colectivo. El que llamo “mito de la rubia tarada” tendría su contrapunto masculino en el “mito del muscleman sincerebro” cuya máxima idealización arquetípica se plasmó en “Conan el bárbaro” del que Robert E. Howard —su progenitor— escribía: “Son seres elementales. Cuando los metes en un lío, nadie espera que te devanes los sesos inventando modos sutiles y maneras ingeniosas para hacerles salir del atolladero. Son demasiado estúpidos para hacer otra cosa que cortar, golpear o arrastrarse hasta quedar libres” (E. Hoffman Price. Biografía de R. E. Howard. En Skull-Face and Others, de Robert E. Howard, 1946).



Estos clichés son utilizados por la industria cultural en diferentes versiones detergentes o astringentes como aderezos de diversos productos culturales originales o similares. Y están ahí.



Claudia González Baez, lectora del blog, envío este video, bastante divertido, protagonizado por una "dumb blonde", (el video esta en inglés): ¡Gracias por esta colaboración!