lunes, 28 de abril de 2008

POEMA: ARCHIVO MUERTO

Del poemario inédito "La burocracia habita los corazones". Estos poemas están protegidos por las leyes vigentes de Derechos de Autor. Se requiere permiso expreso de su autor para su publicación.
Se compilan los tres poemas que abren mi poemario, dos de ellos ya publicados anteriormente en el blog.



ARCHIVO MUERTO
Como la piedra sobre la cual se ofrendan libaciones sagradas,
aquella inflamada por la sangre de sacrificios preciosos,
cuya materia fría vulcaniza esta luz de la vida batiente,
colosal y guerrera abierta al jade por letífera obsidiana.

Así el alfabeto sobre el cual se erigen todos los versos
los más emblemáticos a Dios ofrendados, y los cantos de guerra
que parten las naciones en fragmentos de dolor argentino
abriendo a la henchida victoria la narración inmortal,

transforma la numeración yerma de un cementerio de nombres,
enterrados bajo insípida litografía que ofrece una impresión de nada
en sucesión infinita de epitafios fechados como si hubiera hombres

también enterrados en secreto en esos papeles incólumes de piel helada.
Partenón erigido sobre montes de insignificancia, ¿a que Dios de pobres
palabras fuiste ofrecida, vida? Sobre la letra de los sacrificios inmolada.

LUZ FRÍA

Lámpara lánguida, como un gusano fosilizado te aferras a la piedra
que es techo y límite de todos los sueños del hombre, allí te ufanas
de ser la que preside los nuevos rituales de café y salmos tecleados
con tu blancura lechosa. Cual piel de céltico cadáver - ¡hueles a hiedra!
e inundas con alientos cenizos los féretros de escribir y las máquinas de morir
que afinan sus inconstantes golpes y fuentes de innumerables puntos
que chorrean arábigos, folios, azahares, zodiacos y tristes palabras
hojas de renuncia a la vida opaca de tu baño célibe… que petrifica el alma.

Anélida, larga como una sonrisa estirada, lineal como la memoria,
estrecha y pura como el velo de la que a Ulises espera,
pareces el báculo fundacional de nuestra cultura de cavernas alfombradas,
iluminas el suicidio de los monos que bajaron de la arbórea madre
follaje infinito de alegrías - para ascender por elevador al hades de la modernidad
y al verte elevada por el pasillo estigio del séptimo piso, sé que eres fuego fatuo
que sobre los escritorios donde nos vela la vida aparecemos traslúcidos
que eterna y centrífuga como hoyo negro de luz hechiza
nos consumes en la gravedad de la demencia



EL SINDICATO DE LA FE

Alrededor vuelan las águilas y sobre tu sombra caen,
para desentrañarla y nutrirse de perversa oscuridad.
Alimento apócrifo,
la corrupción de tu carne es inconsumible, de ella nada puede nacer
ni lombrices podridas, ni aún tejas de estiércol, ni raíces negras.
Las cadenas te aprisionan a los riscos de la fatalidad
forjadas en el fuego nuevo, en la llama que representan estas fuerzas:
el trabajo incesante que subleva a los hombres contra los mil infiernos
la familia que amamanta átomos del cosmos,
los inocentes que no conocen cuerpos corruptos.

Cuanto te llamabas joven
conformabas masas incontables de efebos hercúleos
imponías el pie colosal sobre la ambición insaciable
agitabas la nave, la máquina y a los amos del mecanismo
Tu poder encendía los fuegos olímpicos de la inconformidad
diste ese fuego a los hombres que te dieron la cara.

¡Rostro de gorgona te ocultaba un dióscuro esplendente!
Atenea parecía tu regazo maternal,
al verte amamantar la enfermedad materialista supimos la contradicción.

Huelga desconocía el mecanismo de los relojes y su liquidez,
se rompían las piernas industriales, se fracturaban los deseos de amar,
existía una escalera imposible de ascender, un arriba y un abajo,
una mano consagrada y una multitud de pechos angustiados.

La ceniza de la fraternidad fue rescoldo de un sueño castrado,
la propiedad finalmente articulaba una palabra que significaba MÍO,
YO SOLAMENTE,
frente al becerro de oro la multitud andrajosa ladra bendiciones
y el collar, que su cuello de infinitas cabezas sujeta, lleva tu signo maldito,
sigue tu mano apolínea conduciéndolo a las praderas del egoísmo,
pueblo que un día hermano al Cristo y prefiere al proxeneta hoy.

Huyendo me refugie en las sombras bajo piedras de canto productivo,
en los ojales de la tierra huí como rata medrosa,
es verdad, te vi gigante y pense que vivirías tanto como el sol inmarcesible,
Y ahora que te veo encadenada salgo a la luz del día
empuñando la cruz que se bifurca en un camino de líneas infinitas.

Y me pregunto ¿es tiempo del sueño?
Y al ver las columnas de rascacielos
que se alinean como las columnas de los antiguos templos
veo a través de tu cadáver el nacimiento de una nueva esclavitud
porque el becerro de oro ilumina la tierra



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