domingo, 3 de julio de 2022

LOS CUENTOS DE SIEMPRE JAMÁS: MI PRIMER LIBRO PUBLICADO

LOS CUENTOS DE SIEMPRE JAMÁS
Luis F. Gallardo León
Publicado en Mayo del 2022

Les posteo un fragmento de mi primer libro publicado de cuentos. Decidí dejar de coleccionar rechazos y dar paso a la autoedición que te permite hacer Amazón. Si les pica la curiosidad espero decidan invertir un poquito y leerlo completo. Es un libro que se sufre pero se disfruta, que corre y fluye como agua y además es dificil de olvidar. Al menos dos de los tres relatos funcionan así. Y los otros dos le serán quizá divertidos. Todos reflexionan sobre nuestro mundo, y aunque parte de anécdotas reales, antiguas, pues el mundo al parecer siempre es el mismo.  Siempre se asoma una caperucita roja, abusada por un lobo feroz, una mujer o una Bella acorralada por sus circunstancias. Bienvenidos. 



¿Se puede relacionar a la "Caperucita Roja" con el comercio sexual infantil en México y los feminicidios? ¿A la "Bella y la Bestia" con el patriarcado y el narcotráfico en México? ¿"Blanca Nieves" habla de nuestro mundo o debemos enmendarle la plana? El autor considera que muchos de estos cuentos hablan de la realidad en forma críptica, y que es posible extraer significados universales si actualizamos sus contenidos. Con una narrativa amena y fluida, haciendo acopio de mucho humor negro, nos muestra el horror que hay detrás de cada cuento, y detrás de la realidad latinoamericana y mundial que todos vivimos.


LOS CUENTOS DE SIEMPRE JAMÁS
Luis Fernando Gallardo León

Dedicado con admiración y respeto a la periodista Lydia Cacho

PREFACIO DEL AUTOR
 
El primer relato, o novela corta, que compone este volumen, está basado casi por completo en hechos reales. Algunos que presencie o atestigüe, a los 10 años de edad en la colonia Guerrero. Con excepción del canibalismo, esa parte está ficcionalizada para empatar el relato con la Caperuza Roja. No obstante siempre he pensado que la pederastia es una forma de canibalismo: antropofagia emocional y psicológica. Los hechos son verificables porque culminaron en procesos judiciales, y las personas involucradas viven en la actualidad. Los hechos reales afectaron la vida de unos vecinos que fueron muy amigos de mis papás, al grado que se llamaban compadres. Tenían dos hijas muy hermosas, el tipo de niñas encantadoras que por su ternura y carisma hacen comerciales. Una en la primaria y otra en el Jardín de niños. La más pequeña un buen día fue a hacer su tarea con una compañera de escuela. La mamá que la llevaba a su casa, le ofrecía comida, las dejaba jugar y luego hacían las labores. La niña siempre volvía muy contenta a casa. Comenzó a quedarse con frecuencia. Un día, mientras la comadre tomaba un baño, su hija menor utilizó el retrete para desahogar sus intestinos. Su mamá notó que su hija evacuaba con molestia, como si tuviera dolor. Reviso el excusado y vio entre los deshechos dos gotas de sangre. Revisó a su hija y descubrió, con horror que el ano de su hija tenía una dilatación anormal. Un tipo de dilatación que solo podía tener una explicación. La niña confesó. El papá de su compañera con la que hacía las tareas escolares, le daba dulces que la hacían sentir feliz, luego jugaba con ellas. Aquel día, aquel hombre, le había dicho que ya no regresara a su casa, que se quedara a vivir con él. Como la niña no acepto, le hizo la advertencia de que un día próximo ya no la dejaría volver a casa. Y era cierto.  
El compadre, -el papá de la niña- digamos que era una especie de policía, para no dar más detalles. Organizó un operativo y estuvo a punto de matar al sujeto. Sus compañeros lo convencieron de no hacerlo. Iba a terminar en la cárcel. Al pederasta le dieron la paliza de su vida, eso sí. Y quizá le pasaron cosas muy malas mientras estuvo detenido, eran tiempos en que la policía mexicana torturaba y maltrataba por uso y costumbre, sin límites. La historieta de “Mike Goodness y el Cabo Chocorrol” de Rafael Barajas “El Fisgón” describen de manera costumbrista la manera de ser de la fuerza policíaca de aquellos años.
 La investigación reveló que el pederasta utilizaba a su hijastra para seducir niños, volviéndolos adictos a dulces narcotizados, y eventualmente los secuestraba y los vendía a una red de tráfico… para el trabajo sexual. La niña tenía cuatro años.
No puedo evitar conmoverme hasta las lágrimas al plasmar estas palabras, que he callado tantos años, tantas décadas. Aquella niña inocente, que era mi amiga… Qué triste suerte.  Solo de pensarlo sigo sintiendo una gran impotencia. Asco. Fue víctima de lo que hoy día llamamos “trata”… palabra que en aquel entonces no existía, o no se utilizaba.
La hijastra del pederasta también era objeto de abuso, bajo la connivencia de su madre, que se excusaba afirmando que su vida y la de su hija estaban amenazadas. Lo que ocurrió después da cuenta de cómo se imparte justicia en México. Tres días después de ser detenido, el pederasta salió de prisión. Y nunca volvió a pisarla. Apareció un cuerpo de abogados opulento -buffet le llaman- pagado por el longevo y poderoso líder de una Central Obrera. El compadre fue llamado a una oficina, donde se le informó que el sujeto nunca iba a volver a aparecer por la Colonia Guerrero, y que se olvidara del asunto. Nada de investigaciones, nada de venganza. Ahí terminaba todo. No había nada más que hacer.
Es un recuerdo imborrable para mí, aquel diálogo amargo: cuando mi mamá le pregunto si no se podía hacer nada más. Y el compadre dijo terminante: No se puede hacer nada. Y golpeó la mesa con impotencia. Y siguió un silencio terrible. Roto apenas con el llanto contenido de la comadre. A raíz de estos hechos el compadre estudió derecho y se volvió un eminente penalista.

Pocos años después, seis o siete años después, volvía yo del Colegio de Ciencias y Humanidades Naucalpan, en un microbús que me bajaba al metro toreo y leí una nota perdida en el periódico...

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