viernes, 12 de abril de 2013

Publicado en la revista electrónica "Murciégalo" 2012

El inevitable apocalipsis


I hear the ruin of all space, shattered glass and toppling masonry, and time one livid final flame. What’s left us then?

Ulysses
James Joyce


This is Earth. Not the eternal and only home of mankind, but only a starting point of an infinite adventure.

The end of eternity

Isaac Asimov

1. El fin del mundo

Cuando hablamos del fin del mundo, no hablamos en realidad del fin del “mundo”, —planeta tierra—  sino de nuestro propio fin (nuestro mundo humano). ¿Pero bastará cualquier colisión cósmica, o cualquier catástrofe geológica para extinguirnos, y terminar con el mundo? En realidad somos duros de matar, como cucarachas y ratas. Podemos imaginar la peor catástrofe pero difícilmente el homo sapiens será erradicado del universo en el corto plazo.
En la realidad una extinción humana súbita es altamente improbable, —no imposible ¡Maldición!— para que eso ocurriera tendría que acontecer un evento cósmico o geológico insólito, por lo tanto desconocido por la ciencia, algo que nos coja por sorpresa. Y si nos coge desprevenidos pues… Ni hablar, no tendremos tiempo de lamentarnos. Y sí, es cierto, algo así puede ocurrir en cualquier momento. 
De hecho las extinciones masivas no son raras en la historia de nuestro planeta. .
Hace 251 millones de años un cataclismo desencadenó una serie de cambios radicales en nuestro planeta en un periodo tan breve como puede ser un millón de años.
 Un asteroide de tamaño considerable golpeó el trasero de la tierra —la Antártida— formando un cráter de 500 kilómetros de diámetro (la cuarta parte de México). La fuerza del impacto provocó un super terremoto en todo el planeta, incluyendo tsunamis y cosas de esas. Pero la consecuencia más radical fue que agrieto la tierra por todas partes. En aquel entonces había solo un super continente llamado Pangea. El choque rompió las placas tectónicas provocando el inicio de la separación de los continentes actuales. 
Cadenas volcánicas inmensas se levantaron por todo el planeta. Por ejemplo en la antípoda del impacto, es decir, en el ártico, en Siberia se levantó una verdadera muralla volcánica que estuvo activa por varios miles de años, cubriendo de lava una extensión de 7 millones de kilómetros cuadrados.
La tierra se cubrió por completo con una nube de dióxido de carbono que provocó un efecto invernadero, calentando la tierra 5 grados por encima de su nivel normal.
Los océanos también se calentaron, lo que provocó la liberación de los depósitos de hidrato de metano depositados en la cuenca marina cerca de las costas.  Esto incrementó en 5 grados más la temperatura global de la tierra. Este superverano permanente provocó la extinción de gran parte de la flora submarina.
Al reducirse la vegetación oceánica el oxígeno comenzó a escasear y proliferaron la bacterias anaerobias, este tipo de bacteria producen sulfuro de hidrógeno. El agua del mar se saturó de sulfuro de hidrógeno, hasta que este comenzó a evaporarse y llegó a la atmósfera. Es un gas altamente tóxico para casi todos los seres vivos, pero esto no es lo peor, sino que destruyó la capa de ozono, permitiendo que la radiación ultravioleta penetrara a la tierra.
Todo esto ocurrió en un millón de años. La consecuencia: desaparecieron el 90 por ciento de las especies marinas, y el 70 por ciento de los vertebrados terrestres. Es la extinción masiva más impactante en la historia de nuestro planeta, la extinción del Pérmico-Triasico. Algo así como el apocalipsis maya, solo que hace 251 millones de años.      
Este tipo de fenómenos se han presentado en nuestro planeta cada 100 o 200 millones de años. Hoy día la tierra no está exenta de sufrir nuevos cataclismos cósmicos.
La tierra tiene una edad de 4500 millones de años, y tendrá vida como roca galáctica hasta la vejez del sol, cuando inicie su proceso de deterioro y se transforme en una gigante roja, dentro de unos ocho mil millones de años.  La pregunta es si el ser humano estará ahí todavía para verlo. Le aseguro apreciado lector que ni nosotros, ni nuestros hijos, ni nuestros nietos, estarán ahí. ¿Pero habrá algún hombre vivo todavía? Teóricamente sí.
El ser humano tiene el futuro en sus manos. Pero es muy improbable.

2.      El fin de la humanidad

Primero, la humanidad debe sobrevivir a su autodestrucción. De todos los problemas que enfrenta, el más grave tiene que ver con los franceses, la cigüeña, y el 10 de mayo. La especie humana padece un fenómeno ecológico conocido como sobrepoblación con todas sus implicaciones: agotamiento de los recursos disponibles, hacinamiento, stress e incremento de la agresividad y la violencia, desigualdad en el acceso a los recursos disponibles —comen primero los más fuertes y los más agresivos—, etcétera.
En nuestra era global la tierra ya parece muy pequeña e insuficiente para la especie. Esto hace que busquemos nuevos territorios. Pero no es una mera cuestión de espacio geográfico. La tierra todavía posee suficiente espacio interior, en océanos y subsuelos, donde puede meter más gente. El asunto es que hemos llegado a un punto crítico en el cuál —y esto se irá agravando en los próximos 100 años— los recursos comenzarán a resultar cada vez más insuficientes (pero no para todos, “ahí esta el detalle”, diría Cantinflas, los más ‘fuertes’ y ‘agresivos’ comen primero).
No solo necesitamos más espacio, sino también más recursos —recursos que ya no hay. Una solución al problema de los recursos sería aprovechar mejor los recursos disponibles. Pero esto implica una transformación cultural y tecnológica que a nivel global nos puede tomar todo este siglo. La humanidad está avanzando en este sentido, pero no con la velocidad deseable (aunque quizá sí suficiente).
Por otro lado, la humanidad ha propiciado un cambio climático que parece irreversible. Cuando un fenómeno natural afecta al clima, no hay un switch de apagado que detenga los cambios propiciados. La historia geológica nos demuestra que muy pequeñas variables pueden producir cambios a gran escala, con consecuencias catastróficas para las especies. Posiblemente estemos al comienzo de uno de estos cambios.
Cuando el clima y la insuficiencia de recursos afecten a grandes zonas del planeta, a naciones y continentes enteros: habrá también algunas zonas con recursos limitados y condiciones climáticas aceptables (México, con grandes selvas y recursos acuíferos enormes, tiene alguna chanza). La competencia por esas zonas puede conducir a guerras devastadoras de escala mundial y de pronóstico reservado.
En cualquiera de estos escenarios el futuro de la humanidad no es el más promisorio.
Si la humanidad encuentra soluciones a todos estos problemas —cosa que puede ocurrir a tiempo— al menos podrá seguir imaginando y construyendo un futuro.
Me gusta este:
Hombre eternos;  nómadas del espacio;  viajando en planetas artificiales por todas las galaxias conocidas y conocibles; hasta el final del universo.
Como lo imagino Isaac Asimov en su libro “Civilizaciones Extraterrestres” en 1979.

“En esta forma, la humanidad no sería ya una criatura de la Tierra o del sistema solar, sino que pertenecería a todo el Universo, vagando hacia afuera, siempre hacia afuera, formando una gran variedad de especies relacionadas entre sí, hasta que el Universo llegara a un fin enormemente lento, por alguna ruta, y ya no pudiera sustentar vida en ninguna parte.”

Pero si el Universo no tuviera fin. La humanidad sería infinita. ¡Es una posibilidad que me encanta imaginar!

Luis F. Gallardo
08 de Marzo de 2012



PARA SABER MÁS

La sobrepoblación
Isaac Asimov – La Metáfora del cuarto de baño. Entrevista.
Consecuencias de la sobrepoblación.
¿El Calentamiento Global es una verdadera amenaza para la humanidad?

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