domingo, 26 de julio de 2009

Dios de la güeva (Güilson) de Falcón


Antología de caricaturas de Falcón, de su serie "Cascajo" (Que yo leí publicado en la sección dominical del diario oficialista "El Nacional", con una excelente sección cultural), que como la "Chora interminable" de Jis y Trino en el suplemento de "La Jornada", ofrecía una gama de personajes, caricaturas y situaciones hilarantes, en mi opinión el mejor "Güilson", así, sin acento en la "o" aguda, lo que es congruente porque a muchos mexicanos acentuar nos da güeva.
Esta antología apareció publicada con el nombre "Cascajo: con la bendición de Güilson, Dios de la güeva", editorial Cal y Arena, México D.F., 1994, con prólogo de Carlos Monsiváis. De ese prólogo extraigo el siguiente comentario sobre el genial personaje.

Falcón lo sabe: el sentido común le devuelve sus proporciones justas a seres y situaciones, aclara la salud mental que la risa trae consigo, le quita soportes a la lógica del auto-engaño. En el universo de Falcón el sentido común es la perspectiva clásica, la luz inesperada sobre las virtudes cuya fama es tal que hace perdonar su inexistencia.
Tomo el ejemplo más exitoso: el mito desparramado, Güilson, dios de la Güeva, la mole amarilla que se derrumba, incontenible, sobre los regazos y los hombros y los sofás y el piso. Güilson es el ataque de flojera que acongoja ante la inminencia o la presencia de lo cursi, lo repetitivo, lo pretencioso. Güilson es la táctica revanchista de quien ha sufrido los martirios de la somnolencia (la tortura de la vigilancia forzada) en las relaciones personales, las universidades, los círculos culturales, los diarios y revistas, las campañas de moralina, los sermones eclesiásticos y cívicos. Cada aparición de Güilson es parte de la Expedición Punitiva de Falcón, quien se desquita por la cuota inevitable que él o sus amigos o la sociedad, han pagado al soportar la inundación de programas televisivos, simposios, consultorios psiquiátricos, romances ígneos, tomas de conciencia.
Güilson, dios de la Güeva, es ya síntesis legendaria de la crítica que, a modo de protesta, duerme con placidez. Y del espacio satírico de Falcón el personaje se translada a nuestra percepción de lo circundante. Con frecuencia, oigo decir: "Y nos cayó Güilson" o "Esto es digno de Güilson". ¿Se concibe un mayor elogio para un apologista del sentido común?

Extracto del Prólogo de Carlos Monsiváis.

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