“No se aceptan devoluciones” en su justo valor
Estas líneas son una reflexión
sobre la película de Eugenio Derbez, motivadas por una presunta crítica de
cine, que tuve la mala suerte de leer, de un sujeto que se ostenta como “El
Fett” (desde mi punto de vista, una persona que no da la cara para sostener su
opinión no merece atención), y que no es tal reseña, sino una colección de
improperios y descalificativos sin estructura, como los twitter de un troll
desbocado. Y además con un pésimo español, digno de un niño de kinder. Aquí el link de la bazofia: http://bit.ly/1eRy9Le.
He escuchado también malos
comentarios de colegas, algunos que no han visto la película. Y el problema no
es la película sino Eugenio Derbez, su carrera como comediante en Televisa. La
empresa de las narcocamionetas. El medio cultural —snob siempre— detesta a la
televisora, y todo lo que representa, Laura Bozzo, las telenovelas, el
noticiero más tendencioso del país, etcétera, etcétera. No obstante una inmensa
mayoría del país adora las telenovelas,
y últimamente sus series malas. Cultura popular.
Entonces hay un mal avenimiento.
Si se considera al cine un fenómeno de alta cultura, lo único que puede
aportarle una figura de la televisión es vulgaridad. Esta es la reflexión snob.
Pero lo que ocurrió es que ese pueblo mexicano que adora las telenovelas —y que
se cuenta por millones— se abalanzó a la taquilla. Es muy posible que la
película alcance una audiencia histórica que abarque al 10 por ciento de la
población. Al último fin de semana casi 9 millones de mexicanos habían pagado
boleto para verla en las salas de cine, alcanzando una recaudación de 360 mil
millones de pesos. http://bit.ly/19Qi1CH
Una película con esta recaudación
—aún bajo el supuesto de que fuese mala—
tiene algo. Descalificarla per se, es
absurdo. Me distanciaré del punto de vista snob y de los antecedentes televisos
de Eugenio Derbez, y también del fenómeno de taquilla, para hacer una
valoración analítica de la película, con herramientas de la teoría
cinematográfica.
El libreto sigue una fórmula –o
una estructura argumental— probada por generaciones, que tiene su origen en “El
Chico” de Charlie Chaplin, donde Charlot, un pobre diablo, encuentra un bebé
abandonado en los basureros neoyorkinos. Lo cría por años, la relación entre
ambos se vuelve entrañable, hasta que se reencuentran con la madre, quién —legal
pero injustamente— le arrebata el niño. En este punto argumental la historia
provoca llanto, es el tipo clásico de melodrama
lacrimógeno. En el cine mexicano los comediantes nacionales del llamado
periodo dorado, y posteriores, hicieron algún remake o ensayaron alguna
variación del modelo americano (“El globero” 1961 de Clavillazo o “Pobre
huerfanita” 1955 de Resortes, entre otras). La película de Eugenio Derbez tiene
variaciones interesantes sobre la misma fórmula. Por ejemplo el final
sorpresivo. Pero el uso del modelo asienta su película en una larga tradición
melodramática, también nacional. El cine mexicano ha utilizado mucho la figura
del niño acartonado para construir el melodrama
lacrimógeno, es decir, para manipular emocionalmente al espectador. Desde
“Madre Querida” de Juan Orol, pasando por la “Pueblerina” del Indio Fernández,
o el “Torito” cuya muerte quizá sea la más llorada de la historia del cine
nacional (luego imitada por Hollywood en su “Gone with the Wind”). Este tipo de fórmula es muy eficaz desde el
punto de vista comercial.
La gracia de un buen guión cinematográfico,
basado en una vieja fórmula, es presentarla con nuevas ropas, de tal forma que
parezca original. Y en la película del comediante se da está reelaboración
afortunada. Los personajes se actualizan, son muy contemporáneos. Las
situaciones son verosímiles.
En cuanto a la puesta en escena,
Derbez trabajo un naturalismo telenovelero, lo personajes acapulqueños hablan
como chilangos de la condesa. Pero ese es el modelo actual televisivo. Y un
pecado desde la perspectiva intelectual. Pero cabe destacar que la
regionalización idiolectal es anticuada, parece de otra época: como el
sonsonete de Pedro Infante, en “Nosotros los pobres” o de Thalía, en
“Marimar”. Por supuesto, para el mercado
extranjero esta regionalización es intrascendente.
Este argumento se arropa con altos valores de
producción —excelente diseño de producción y fotografía—, actuaciones
aceptables y mucha frescura y creatividad en la puesta en escena. Lo que hace
que la película —a ojos del espectador nacional— parezca más gringa que
nacional (es triste decirlo).
Donde cojea la película es en la
técnica cinematográfica, propiamente dicha. Derbez, en una entrevista que le
dio a Adela Micha el 19 de Septiembre de 2013, habla sobre su experiencia como
director, (http://www.youtube.com/watch?v=4WEyjeRSjx8
Min. 38:28) de donde destacamos dos elementos: le da gran importancia a la
dirección de actores, (que la tiene por supuesto) y crítica a los que “nada más
me dicen, párate, siéntate y te sales, que son directores de tráfico” Min.
39:00. En donde muestra su ignorancia en torno al oficio cinematográfico.
Pero su experiencia televisiva, y
el lenguaje propio de la televisión le bastan para hacer eficaz el discurso
fílmico. En pocas palabras hay una apropiación total de la estilística
televisiva, trasladada al cine, que en este caso específico funciona. Aunque
puede chocar a los cinéfilos de alta costura. Podemos notar el lenguaje
televisivo en la poca calidad de los efectos digitalizados, que vemos al final,
propios del discurso televisivo de bajo presupuesto. Pero dentro de esta maraña
televisual, aparecen algunos elementos creativos, fílmicos, interesantes. Por
ejemplo la metáfora del lobo feroz, y los breves momentos en stop motion, que
le dan a la película un aire feérico.
En conclusión, la película no es
el bodrio que nos pinta el cretino de “El fett”, ni tampoco la obra maestra del
cine mexicano según el propio Derbez. Simplemente es una buena película
comercial, hecha a detalle y con profesionalismo bien entendido. Coherente con
la tradición cinematográfica nacional. Quizá demasiado cursi, para mi diabético
gusto. Para ser una pieza fílmica, de valía, de arte, trascendente, le falta
densidad temática, y técnica cinematográfica. Lo que si tiene “La vida es
bella” de Benigni, modelo referido por Derbez en la entrevista citada. Hasta
aquí el análisis.
Desde la perspectiva comercial es
una gran película. Hay que sentarse a entender que hizo bien, y empezar a tejer
sobre esas bases, pensando en una reactivación del cine industrial, comercial,
mexicano. La apertura del mercado interno, es decir, del mercado nacional,
llevando masivamente paisanos a las salas de cine, debe seguirse cultivando,
con sumo cuidado, para que ese mercado se estabilice. La apertura del mercado
externo, el de E. U. es formidable. Es un mercado muy grande y jugoso que
debiéramos cuidar tanto o más que el nacional. Si conseguimos repetir
suficientes veces esta experiencia podríamos consolidar nuevamente un periodo
industrial que abriría paso también a la producción artística. Quizá termine
por fin la fastidiosa época el cine de autor, que luce en los festivales europeos,
pero que ningún mexicano paga por ver, Heli
por ejemplo.
Finalmente decir que la película
de Eugenio Derbez no tenía posibilidades
de ser nominada para el Oscar a mejor película extranjera. Es cierto que es una
película que cumple mejor las características de la famosa premiación, que la
que eligió insólitamente la Academia Mexicana de Artes y Ciencias
Cinematográficas, Heli de Amat
Escalante (de ella hablaremos pronto). La del comediante cuenta con la
taquilla, aspecto que los gringos valoran demasiado, con razón. Pero de todas
formas no la hubieran nominado. Porque tiene un defecto enorme, su aspecto
político. Aunque Derbez lo ignora, o lo minimiza, (“Eso no es el tema de la
película, de hecho es una cosita que casi ni se toca” Min. 44:00) todo discurso
tiene un aspecto político y el suyo lo tiene de sobra.
Derbez nos cuenta,
implícitamente, la historia de un migrante mexicano ilegal que alcanza el sueño
americano, y lo alcanza además sin aprender el idioma inglés (esto es como una
patada en los destos para la derecha gringa). En la propia película vemos a un pollero, que es buena onda, buena gente.
Este tipo de modelos o tipos, son totalmente antiamericanos, y atentan por
completo contra las creencias de la clase política y la moralina de los gringos.
Y por esta razón difícilmente iba a ganar. Pues es sabido que este premio a
mejor película extranjera, también lanza mensajes políticos. Y los gazmoños de
la Academia no van a lanzar ese mensaje político. La muralla entre nuestras
naciones no está alzada sólo físicamente sino también cultural y psíquicamente.
Así lo muestra el académico Samuel Huntington, como tantos gringos, feroz enemigo
de la migración mexicana:
"¿El sueño americano? Existe, es realista y
cualquiera de nosotros puede compartirlo". No es cierto. No existe tal
sueño americano ("Americano" dream). Sólo hay un único sueño americano
(American dream), creado por una sociedad angloprotestante. Los mexicanoamericanos compartirán ese sueño y esa sociedad sólo si sueñan en inglés.
Huntington, Samuel.
El desafío hispano
Luis F. Gallardo
02/Oct/2013
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