La plaza de la Soledad… de todos los días
Este 5 de mayo se estrena “La plaza de la
Soledad” documental de la notable fotógrafa mexicana Maya Goded. Apoyada por
Cinepolis sale con 15 copias en la Ciudad de México, tan parco número de copias
significa que estará principalmente en las salas
de arte de la cadena. Y sin embargo es una película que por su calidad y
por su tema debería tener mayor proyección y divulgación.
Es un testimonio honesto y muy
personal sobre una comunidad de mujeres que se desempeñan como trabajadoras
sexuales en dicha Plaza, ubicada en el barrio de la Merced. Lejos de la denuncia
social —implícita— es un documento engarzado en torno al universo femenino.
Este proyecto inicio prácticamente
hace 20 años. Desde 1998 Maya tomó una serie fotográfica para la cual enraizó
en el barrio; entabló una amistad prolongada —y que se mantiene al día de hoy— con
las mujeres de esta comunidad, a las que transformó después en bellas piezas de
gelatina de plata. Maya Goded confiesa, que pese a la extraordinaria acogida de
la exposición estaba insatisfecha por el deseo de narrar la historia personal
de cada mujer. Esta necesidad, de contar al mundo las historias que ella
conoció de primera mano, la llevo al lenguaje audiovisual.
El tema de la prostitución conduce inexorablemente a
aquellas partes del universo femenino más indeseables
por nuestra sociedad conservadora, Maya lo explica así: “Crecí en la ciudad de
México donde la sexualidad femenina está dominada por la moral cristiana, por
la imagen idealizada de la buena mujer, la buena esposa” o el modelo de buena mujer que es en nuestras
sociedades patriarcales siempre una
mujer de sexualidad sometida, donde por
contraste una mala mujer sería aquella de sexualidad
liberada o libre. Maya lo explica así: “Una de las fotografías que siempre
ha incomodado es la de Margarita, una sexo-servidora de 70 años acostada con un
cliente en una cama de hotel. Me preguntaban si había hecho una puesta en
escena, si lo había inventado. Argumentaban que ya no trabajan a esa edad. Me
di cuenta de que les molestaba mucho ver a una mujer mayor teniendo relaciones
sexuales.” En conclusión, Maya intentó confrontar los “prejuicios sobre la
prostitución, el sexo y la vejez” desde lo femenino, con sus fotos y ahora con
su documental.
Al verlo recordé los notables
trabajos de investigación de Marta Lamas. Cuando leí a esta investigadora por
primera vez cambió mi visión completa en torno al sexo-servicio, pues Marta a
pesar de haber realizado un trabajo antropológico serio, también tuvo que enraizarse
en una comunidad de sexo-servidoras y esta vivencia se nota en sus textos:
libres de prejuicios y de cantaletas moralistas y aún del moralismo feminista.
Marta se cuida mucho de hacer
generalizaciones, sus trabajos de hecho buscan enfocar el tema en su
multidimensionalidad. La prostituta
no es una cosa, no se puede etiquetar o clasificar, se trata de personas y por
lo tanto el trabajo sexual es un fenómeno complejo. Por ejemplo Marta nos dice
que en su mayor parte la prostitución se
relaciona con la pobreza, pero que es al mismo tiempo para las mujeres pobres una forma de empoderarse y de ganar
libertad.
Otro enfoque notable en los
textos de Marta Lamas radica en la compleja relación con los clientes. Es decir
los hombres. Para cierta ala feminista los hombres son la fuente de los todos los males de la condición actual de la
mujer, y por lo tanto los ogros y verdugos, los degenerados culpables de que
exista la prostitución. En la vida
real esta afirmación encuentra infinitos matices. De hecho existen muchas veces
vínculos emocionales y de empatía entre trabajadoras sexuales y clientes
hombres.
Y todo lo que Marta escribió esta expuesto en este documental de una
forma íntima, cercana, descarnada a veces, desgarradora en otras. Un poderoso
ejercicio de desmitificación y de humanización de este pequeño microuniverso
femenino —que quizá sea el macrouniverso.
En la Premieré a la que asistí, Maya
Goded se refirió especialmente al trabajo de Valentina Leduc, quién tomó un
cúmulo enorme de material de casi un centenar de horas para dar forma a la hora
y media de película que se exhibe estos días, en un trabajo que tomó año y
medio, y que nos lleva a inferir que en realidad Valentina también tiene un
papel autoral importante en esta película. Me hizo recordar aquel documental de
Robert Flaherty, “Lousiana Story” (1948) con miles de horas de pietaje filmado,
dejó toda la titánica labor de montaje en los hombros de la legendaria editora
holandesa Helen Van Dongen, quién al final fue la que en realidad le dio forma
a la película, aunque no se le reconozca. El cine definitivamente, sea la
película que sea, es siempre una obra coautoral. Un coro.
También llamaron poderosamente la
atención en créditos, la participación de la productora Martha Sosa y por
supuesto de Mónica Lozano, dos mujeres que ya han dejado una huella profunda en
la industria cinematográfica nacional de los últimos años, con obra valiosa, desde
la trinchera de la producción, que no siempre es la que tiene más reflectores.
En fin, estas mujeres, todas
ellas, Monica Lozano, Martha Sosa, Valentina Leduc, Lena Esquenazi (en el diseño sonoro) y sobre todo y por supuesto
Maya Goded, y las mujeres que protagonizan el documental, nos ofrecen esta
espléndida película que conmoverá al espectador y lo llevará a reflexiones
profundas, incluso sobre su horizonte cotidiano.
Maya pone una Lupa sobre un
barrio de la Ciudad de México que cuando lo transitamos nos pasa desapercibido:
por nuestra cómoda indiferencia a la desigualdad y el sufrimiento, que están
ahí, a la vuelta de la esquina, en “La Plaza de la Soledad” de todos los días.
P. D. Se pueden leer algunos
artículos de Marta Lamas en línea:
Feminismo y Prostitución: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0188947816300287
¿Prostitución, trata o trabajo?: http://www.nexos.com.mx/?p=22354
Luis F. Gallardo
28 de abril de 2017
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