LA IMPORTANCIA DEL ARIEL … Y DE LA AMACC
La AMACC actual
Es común escuchar en medios
electrónicos el menosprecio o el ninguneo de los premios Ariel: Que si el
premio sirve para dos cosas… para nada y para lo mismo. Cuando inicié mi camino
en el mundo del cine, este menosprecio me desconcertaba, porque todos aquellos
conocidos míos que lo habían ganado, lo valoraban y lo apreciaban enormemente.
Revista "Acierto" Julio de 1984
Además me di cuenta muy pronto
que no daba lo mismo ganarlo, que no ganarlo. Tenía un enorme valor no solo por
el hecho de haber sido el más votado por los colegas Académicos sino porque
abría puertas. Definitivamente. Ganar un
Ariel significo un buen impulso para amigos y conocidos míos en la continuidad
de sus carreras, algunas espléndidas. Obviamente esto no es cierto sólo para
los Arieles, es cierto para cualquier premio cultural o artístico.
Voy a poner un ejemplo de cuatro
generaciones de cuatro épocas diferentes: lo ganaron Ernesto Contreras, Flavio
González Mello, Juan Antonio de la Riva y Marcela Fernández Violante.
Ernesto Contreras los ganó por
“Los no invitados” de 2004, su tesis del CUEC. Flavio González Mello lo ganó por “Domingo
Siete” de 1996, su tesis del CUEC; Juan Antonio de la Riva lo ganó por “Polvo
vencedor del Sol” de 1980 su tesis del CCC; y Marcela Fernández Violante lo
ganó por su corto documental “Frida Kahlo” de 1972.
Pero Ernesto Contreras había
ganado el Mayahuel del Festival de Guadalajara a mejor Cortometraje por “Ondas
Hertzianas” en 1999; Marcela Fernández Violante había ganado la Diosa de Plata
a mejor cortometraje de ficción por “Azul” en 1967; y Juan Antonio de la Riva había ganado el Premio a Mejor Cortometraje de Ficción por el Festival Internacional de Cine de Lille en Francia en 1979 con “Polvo vencedor del Sol” .
Quizá sin estos premios ni
Ernesto Contreras ni Marcela Fernández, ni Juan Antonio de la Riva hubieran filmado los siguientes cortos
ganadores, Estoy seguro que ellos valoran muchísimo estos
Arieles, y que también valoraron el momento en que los conquistaron, y que las
preseas no han terminado en el bote de la basura. Basta ver como habla el
dramaturgo Flavio González Mello de su Ariel y del momento en que lo ganó http://www.conaculta.gob.mx/detalle-nota/?id=11911
Pero no es un asunto de Hoja de
Vida. La importancia social de los Arieles, y de los premios culturales y
artísticos, es evidente. Impulsa, alienta, reconoce, distingue el trabajo del
gremio nacional, tanto de técnicos como de artistas. Son los reconocimientos de
NUESTRO CINE, del CINE MEXICANO. Quizá los más importantes, sin detrimento de
los otros muchos que existen, algunos con tanta tradición como las Diosas de
Plata de PECIME, o el extinto Heraldo de México, o de reciente acuñación como
los Premios CANACINE o los PREMIOS PLATINO, evidentemente todos con su valor y
legitimidad.
Pero vuelvo al punto: ¿De dónde
viene ese menosprecio a los Arieles? Menosprecio que antes me desconcertaba y
que ahora me entristece.
Proviene quizá del mismo menosprecio que el público
siente por el cine mexicano en general. Y los conductores y locutores de medios
y programas de espectáculos, son público, y están sujetos a los mismos
prejuicios.
Esto por un lado. Otra causa es el
desgaste que año con año sufren los premios por su propia naturaleza. Premiar
es elegir, y elegir es exaltar una película en detrimento de otras. Este
desgaste es muy corrosivo y ha afectado a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) a todo lo largo de su inestable
historia.
Conozco bien esa historia porque
tuve la oportunidad de realizar una investigación sobre la historia de la AMACC
y de sus Arieles, y de escribir un guión que muy pronto tendrá forma de
programa y estará en la pantalla chica.
Esta investigación me llevó a
descubrir que los problemas que ha tenido la institución a lo largo del tiempo
son siempre los mismos. Estos problemas reaparecen cíclicamente y se reducen
básicamente a dos:
1) El
cuestionamiento de la película ganadora, casi siempre bajo la acusación de que
dicha película fue favorecida por razones mafiosas o por intereses particulares
de la organización del premio, y no por su calidad.
"El Heraldo" Noviembre de 1984
2) Cuando
la crítica especializada supone que no se consideró en las ternas alguna
película que suponen tendría mayores méritos estéticos que las que compiten y
ganan, por motivos mafiosos.
Aunque estas acusaciones nunca
han tenido asideros en la realidad, han propiciado a lo largo del tiempo la
revisión, ajuste y elaboración de nuevas reglamentaciones en los mecanismos de
selección de las nominaciones y de elección de ganadores. Pero también, algunas
veces han representado momentos cismáticos para la Academia.
El primer gran escándalo se dio
en 1955 cuando ganó el Ariel de Oro “Los Fernández de Peralvillo” de Alejandro
Galindo, un clásico Nacional. Pero la premiación causó gran molestia por parte
de uno de los miembros fundadores de la Academia, la Asociación de Productores,
ya que fue una película producida y elaborada por el Sindicato de Trabajadores
de la Producción Cinematográfica. Fue un reclamo clasista. A los productores
les parecía injusto ser los motores de la industria nacional —según
consideraban— y ver como se llevaban las palmas los trabajadores. El conflicto
derivo en la escisión definitiva de la Academia, con el retiro de los
periodistas y el consiguiente surgimiento de las Diosas de Plata de PECIME
(Periodistas Cinematográficos de México); y el retiro de la Asociación de
Productores. Lo que derivó en la extinción definitiva de la Academia en su primera
etapa, en 1958.
La refundación de la Academia se
debió a Luis Echeverría Álvarez en 1972. Para evitar la acusación de mafia que
se premia a sí misma, que tanto daño le hizo a la AMACC en su primera etapa, en
cada premiación se elegía a un nuevo comité organizador de los Arieles, y esto
duró muchísimo años.
Con todo y nuevo sistema, el
segundo gran escándalo de los Arieles se da en 1989, cuando gana la presea
“Esperanza” de Sergio Olhovich. El problema es que Olhovich era miembro del
comité organizador, y elector. ¡Juez y parte! Evidentemente esto derivó en un
cambio en la normatividad de tal forma que esto no pudiera volver a pasar. Es
cierto que Olhovich no ganó solo con su propio voto. Pero como miembro del
comité organizador, pudo tener una injerencia indeseable sobre sus colegas.
Haya ocurrido o no, la simple sospecha ensucia este premio. Pero este penoso
caso es excepcional y único en la historia del Ariel.
Es visible para cualquiera que se
meta a los diarios viejos a revisar la historia de la AMACC que los comités
organizadores de los Arieles a lo largo de la historia SIEMPRE ACTUARON DE
BUENA FE. Basta leer en cada momento escandaloso los argumentos defensivos de
los miembros de la AMACC, con razones válidas y legítimas que explican los resultados.
Además la circunstancia específica de cada premiación abarca problemas y
complejidades inesperados, de difícil solución para cualquier comité
organizador.
Una excelente anécdota que puede ilustrar la complejidad de estas
decisiones se dio en la la AMACC recién fundada en 1945. En la decisiva
votación para Mejor Actuación Masculina se presentó un rotundo empate entre
David Silva y su “Campeón sin Corona” y Pedro Armendáriz y su “Enamorada”. El
director de la Academia en ese momento era Don Fernando Soler tomó una decisión
controvertida: le dio el premio a David Silva, y le inventó una categoría a
Pedro Armendáriz, por la "Actuación más Mexicana". Y más tarde cuando se voto
mejor película ocurrió lo mismo: “Enamorada” gano el Ariel de Oro, y “Campeón
sin Corona” una categoría llamada "La película más Mexicana". Nadie quedo contento con esta solución. Cuando esto ocurre
hoy en día, se declara empate, se declaran a ambos ganadores y se entregan dos
preseas. Pero Don Fernando Soler no tenía esos antecedentes.
"Esto" 1945
Probablemente una de las crisis
más complejas se vivió en 1991, cuando resultó ganadora la película “Rojo
Amanecer” de Jorge Fons. Evidentemente una película importante, por su
tema; con gran calidad cinematográfica,
evidente; con méritos sobrados para ganar un Ariel y otros premios del ramo.
Pero tuvo la oposición de una
campaña de prensa inédita en la historia de la AMACC y de los Arieles. Ya que
en aquella ceremonia no figuro “Cabeza de Vaca” de Nicolás Echeverría, con
guión de Guillermo Sheridan. Una película meritoria por supuesto, pero que no
fue seleccionada por los electores del Comité Organizador de aquel año. A los
electores simplemente no les convenció.
De aquella época leí artículos
terriblemente críticos y rijosos en contra de la AMACC y de los Arieles, por
parte de verdaderas instituciones de la crítica nacional como Tomás Pérez Turrent y Nelson Carro, entre otros. Como sabemos la élite
cultural a la que pertenece Guillermo Sheridan pisaba —y pisa todavía— muy
fuerte. A la distancia parece aquello más bien un pleito en la elite cultural.
"El Universal" Marzo de 1991
"Tiempo Libre"1991
Este conflicto de fuerzas
internas y externas se recrudeció los siguientes años hasta volverse
insostenible. La acusación principal, era que los comités organizadores fueron
conformados cada vez más por funcionarios del gobierno —NPI del cine— y
productores con intereses creados. Se dijo que las películas premiadas tenían
un perfil comercial, quedando a la orilla las producciones artísticas. Este
pleito alcanzó su clímax cuando ganó en 1997 la película de Rafael Montero
“Cilantro y Perejil”.
"Tiempo Libre" 6 al 12 de Mayo de 1993
1994
1995
Esta disputa —más política que real—
culmina en 1998 con la tercera refundación de la AMACC. Se pasa de un modelo de
organización de gremios representados, a un modelo de organización de
“artistas” cinematográficos. Obviamente la idea o el espíritu del cambio era
vencer los problemas que la Academia había tenido anteriormente con un modelo
autogestivo, autoregulatorio.
Pero tras 17 años de la nueva configuración,
los problemas que han surgido, han sido exactamente los mismos. En 2012 hubo
otra campaña de prensa muy adversa cuando el comité de selección de los Arieles
dejó fuera de competencia la película de Carlos Reygadas “Post Tenebras Lux”,
con todos sus laureles internacionales. El director de la AMACC, Juan Antonio
de la Riva, explicó muy bien para la revista Proceso http://bit.ly/1bR0GlL que los electores de la
AMACC simple y sencillamente no votaron por la película. Los electores son
directores de cine, actores, fotógrafos, diseñadores de producción,
productores, etc., todos ganadores del Ariel. Y ellos no votaron por “Post
Tenebras Lux”. Simplemente quedó fuera por razones democráticas. Pero el ataque
mediático fue tremendo. El joven director Amat Escalante aseguró en 2012, en
airada protesta que no iba a inscribir “Heli” a los Arieles. Pese a sus ataques
insidiosos contra la AMACC, “Heli” se inscribió y Amat ganó el Ariel a mejor
director en 2014. Quizá luego de ganarlo escupió sobre él y lo arrojó al bote
de la basura. Pero podría apostar a que no, se le ve muy contento con él.
Amat Escalante tras recibir su Ariel
por Mejor Director 2014
por Mejor Director 2014
Resumiendo: Las acusaciones a la
AMACC de que es un grupo amafiado que premia a los cuates, es esencialmente
falso y lo ha sido a lo largo de su historia. Los comités organizadores de los
Premios siempre han actuado de buena fe.
Ciertas películas mexicanas
meritorias, importantes, no han sido contempladas simple y sencillamente porque
no han sido elegidas, según el sistema
de reglas de elección de nominaciones de su respectivo periodo. “Cabeza de
Vaca” y “Post Tenebras Lux”, casos muy sonados, siendo obras cinematográficos
valiosas, no son películas que unifiquen criterios. Son difíciles y complejas.
“Para la inmensa minoría” diría Juan Ramón Jiménez.
Finalmente, al revisar la lista
de ganadores de cada año, (Se puede consultar en la página de la Academia: http://www.academiamexicanadecine.org.mx ) desde 1946, resulta evidente que siempre se han premiado películas
meritorias, y algunas veces trascendentes. No hay una sola que no tenga
méritos. Obviamente, los premios no TOTALIZAN LA PRODUCCIÓN ANUAL. Y siempre
HUBO, HAY Y HABRÁ PELÍCULAS BUENAS O EXCELENTES que no ganan o que no compiten
en los Arieles.
La revaloración del Cine Mexicano
—el anhelado objetivo de llevar mexicanos a las salas de cine a ver cine
mexicano— debe pasar por la valoración adecuada de sus instituciones, y de sus
premios. Si se quiere apoyar al cine mexicano podría iniciarse dándole su justo
valor a sus instituciones y a sus premiaciones.
El Ariel de Oro, solo se entrega a la Mejor Película
los demás Arieles que se entregan son de plata
los demás Arieles que se entregan son de plata
Pongámonos serios. La AMACC es
una institución con una gran historia y tradición. Una institución con pasado. El
director que gana la presea a mejor director escribe su nombre y apellido junto
al del Indio Fernández; el fotográfo, junto al de Gabriel Figueroa; la actriz
junto al de María Félix.
La AMACC es un ejemplo de lo
mucho que nos importa nuestro cine. Por qué es la institución que da
reconocimiento a la producción nacional y a sus técnicos y artistas destacados.
Y no hay otra, de esa dimensión y de esa importancia.
No son los Óscares. ¡Pero ningún
premio del mundo es como los Óscares! ¡Ninguno! Los premios rusos, chinos,
ucranianos, japoneses, sudafricanos de los que no sabemos nada en absoluto, no
son tampoco los Óscares, pero son tan importantes como los Arieles porque
expresan el valor que le da cada nación a su cinematografía. Los Arieles son un
premio local. Y localmente muy importantes.
Como toda Institución, la AMACC
jamás estará ajena a las grillas ordinarias, a los golpes de poder, a las
presiones de las élites gremiales y culturales, y a la transformación social. Como toda
institución la AMACC estará permanentemente sujeta a críticas justas e
injustas. No es perfecta, pero es suficiente y necesaria para la salud moral de
nuestra cinematografía.
Por eso pienso que vale la pena
romper una lanza por la AMACC y por sus Arieles, que son también y sobre todo
NUESTROS ARIELES.
Luis F. Gallardo
19 de Abril 2015
Muy buen artículo Luis. Se nota un trabajo serio de investigación y sobre todo de reflexión antes de escribirlo. Tienes razón, el Ariel es un premio que nos debe importar. Con todo lo subjetivo que pueden ser las evaluaciones de los votantes creo que, como tu lo mencionas muy atinadamente, es un aliciente para quienes lo hemos recibido y ha significado un reconocimiento para un trabajo que suele ser muy difícil de llevar a cabo. Solo una mínima y poco importante precisión: en el caso de mi cortometraje "Polvo vencedor del sol" primero obtuvo el premio en el festival de Lille y posteriormente el Ariel.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios Juan. Yo sabía que había sido así, por eso te puse de ejemplo. Yo suponía que habías ganado primero en Lille y luego el Ariel. Pero cuando hice la investigación documental, me encontré con que en la página del CCC, del corto "Polvo Vecedor del Sol" aparecían al reves. O sea, ahí dice que primero ganaste el Ariel en 1979 y luego el Festival de Lille en 1980.
Eliminarhttp://www.elccc.com.mx/sitio/index.php/produccion-filmica/1975-1979/1979/243-qpolvo-vencedor-del-solq
Uno supondría que las fuentes documentales son más confiables. que la memoria. Ya vimos que no.