En
la casa… cine-literatura
I.
La crítica específica
El cine y la literatura
nunca han sido los mejores amantes. Por ello, es notable lo que logra Francois
Ozon en su película Dans la maison (En la casa) 2012. En la era de la
intertextualidad posmoderna, centra la película en torno al óntico literario
(sobre lo óntico esta bueno este artículo http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/3/1056/18.pdf
).
Una película llena de reflexiones estéticas —no solo literarias— profundas,
bien integradas a un discurso fílmico ameno y entretenido. Incluso divertido.
Profundidad que quedó frustrada en Adaptation (El ladrón de orquídeas) 2002 de
Spike Jonze, en donde la reflexión queda aplastada por el autoimpuesto y
forzado modelo joligudense. Ozon —sin concesiones— lleva su idea a límites
interesantes, en las que juega con las expectativas del espectador, pero
también de los personajes que son al mismo lectores y espectadores imaginarios,
en este juego metaficcional, cervantino, tan sobado en nuestra era pusmoderna.
Para todo público, adulto, estudiado. Pero la disfrutaran más los entendidos.
II.
La reflexión estética
El cine y la literatura
nunca han sido los mejores amantes. Según la crítica cinematográfica
tradicional, y tomando por los pelos la opinión pública común, la obra
literaria es superior, y por mucho, a la película. Hay algo de razón en ello.
De las decenas de adaptaciones —animadas, televisivas y fílmicas— que se han
hecho de “El señor de los anillos” de Tolkien —las mejores son las películas de
Peter Jackson en sus versiones extendidas— ninguna en mi opinión se acerca al
nivel artístico de la extraordinaria saga literaria de Tolkien. Por el
contrario excepcionalmente obras literarias, malas o mediocres, han terminado
en extraordinarias películas: “Ben Hur” (1959) de William Wyler, sería el mejor
ejemplo. David Lean, John Huston y Stanley Kubrick consiguieron películas que
están a la altura de sus fuentes literarias o las superan (de Huston les
recomiendo muchísimo “The man who would be king” 1975 El hombre que sería Rey https://www.youtube.com/watch?v=rNb6SxXcD7g
, con estos parámetros diríamos que muy superior al cuento de Rudyard Kipling).
Pero son casos harto excepcionales.
No concuerdo con estas
apreciaciones que ponen en competencia experiencias tan disímiles como la experiencia
literaria y la experiencia cinematográfica. En realidad estamos frente a un
sofisma crítico. Cada experiencia estética, artística, debe aportar lo suyo. No
podríamos decir que “El Quijote” de Cervantes, es superior a “El Quijote” de
Richard Strauss, fenomenal poema sinfónico del maestro modernista https://www.youtube.com/watch?v=5BAB9eodo5E
. Simplemente porque la música no puede transmitir lo que transmite el libro.
Obvio. Transmite otra experiencia. No hay punto de comparación. Tampoco en el
arte literario y cinematográfico. Al cine lo que es del cine y al libro lo que
es del libro. Ir a ver una película con la obra literaria en el pensamiento
conduce siempre a la decepción, aunque ambas experiencias sean satisfactorias.
El deseo de que la película sea idéntica al libro —ansilaridad— conduce a un
shock, lógico pero injustificado. A mí me pasa lo contrario. En lo personal
deteste el “Harry Potter” fílmico, simplemente porque era demasiado idéntico a
las novelas. Era como ver pasar en limpio. Siempre que un autor literario mete
demasiado sus narices en lo fílmico echa algo a perder. Por cierto algunos de
los “Harry Potter” fílmicos son películas aburridísimas, y prescindibles. Ok,
la de Cuarón no, ni la primera.
La obra literaria debe
utilizar sus recursos expresivos, y la cinematográfica los suyos. La mejor
película de la saga “Crepúsculo” es sin duda “Amanecer Parte 2”, debido a que
alguien en la producción —guionista, director o productor— tomó la decisión de
olvidarse del libro para que la película proporcionara una experiencia
cinematográfica más emotiva que sus antecesoras. Y lo logra.
Hay que abatir esa
competencia injusta. Cuando el artificio artístico rebasa los límites de una
técnica artesanal, formulista, académica o comercial; cuando raya en la
genialidad, cuando hay arte propiamente dicho, sea literatura, pintura, música
o cinematografía, cada forma artística es seductora, a su manera… y así nos
enamora, nos conquista, nos hace el amor. Si las obras se citan, se evocan, se
reinterpretan, se escupen, saltando de una forma artística a otra, no
deberíamos ver la cita, la evocación, la reinterpretación, la invectiva:
debemos apreciar la obra en sí. Muerte al juicio intertextual.
Luis F. Gallardo
20
de diciembre del 2013
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