UN PADRE NO TAN PADRE: BUENA PELÍCULA
Luis F. Gallardo
Me pareció muy apreciable
la cinta de Raúl Martínez, “Un padre no tan padre” (2016) con Héctor Bonilla y
Benny Ibarra en los papeles principales, los dos con buenas actuaciones.
He leído que es una
película “no tan padre” y que es una cinta “familiar sin ninguna complicación”.
La primera crítica es muy severa. Evidentemente no aspira al festival de
Cannes, pero eso es una virtud no un defecto: es una película sin pretensiones.
Pretensiones que muchas veces sobran en el cine mexicano. Estorban incluso. La
segunda crítica es de una frivolidad espeluznante. Hay que entender una cosa,
el cine no se divide entre obras maestras
y churros.
Quiero decir que entre las
obras maestras y los churros, hay una amplia gama de
películas con otras valoraciones: desde excelentes, muy buenas, buenas, regulares y malas sin llegar a
churros, las hay aburridas, medianas, etc. Por lo tanto hay películas que no
van a quedar grabadas en piedra en las listas de las mejores del mundo pero que te aportan cosas, a veces
importantes, desde el mero entretenimiento —que es valioso por supuesto—, hasta
buenas reflexiones, ideas, polémicas, buenos momentos, o una buena experiencia. Vemos cada año ese tipo de películas por montones. ¿Por qué no ver mexicanas de esas por montones?
“Un padre no tan padre”
es una buena película. De hecho es el
tipo de películas que hacen mucha falta en México; atraen taquilla y cultivan
público para nuestro cine con temas novedosos e interesantes. No es aburrida,
ni incomprensible, ni ven el mundo como una masa crítica gris e informe; o con
un pesimismo atómico; películas que abundan en México por cierto.
Muy al contrario, es una
película que le aporta al espectador ideas, reflexiones, incluso entretenimiento.
Y voy más allá, narra un tema nodal de nuestra sociedad contemporánea: el
cambio cultural. Nuestra sociedad se esta transformando, y lo que está en
disputa hoy día más que ninguna otra cosa, es esa tensión entre caducos valores
del siglo XX y los valores de la nueva cultura global del siglo XXI: por
ejemplo la tolerancia a la diferencia de género; a la nueva cultura
alimenticia, vegetariana o vegana; la conciencia ambiental; la tolerancia a la
multinacionalidad y a la multietnicidad; la tolerancia al consumo de drogas; y
a los nuevos tipos de familia y al comunitarismo.
Ese cambio cultural ya
está ocurriendo en nuestro país a pasos agigantados (examine su entorno,
cuántos vegetarianos o incluso veganos ya están en su órbita social o incluso familar
por ejemplo). Así como “Una familia de tantas” (1949) de Alejandro Galindo es la gran crónica del
cambio cultural de su tiempo, y encarna este cambio de valores en el seno
familiar con la irrupción de un agente extraño; de forma similar en “Un padre
no tan padre” tenemos un grupo familiar extenso, comunitario. Don Servando
Villegas, el personaje que encarna Héctor Bonilla, representa aquellos valores
cada vez menos aceptables por esta sociedad global, de intolerancia frente a la
diferencia, de sexismo, de racismo, de machismo, de autoritarismo que se
confronta totalmente con “Fran” el personaje que encarna Benny Ibarra y que
representa los nuevos valores democráticos, de tolerancia e integración de la
diferencia. ¿Quién gana en la confrontación? Raúl Martínez tiene su propia
respuesta y de eso trata la película, y ese es su mensaje.
Al final, es una película que vale el boleto y que le retribuye al espectador con una buena experiencia cinematográfica, y con una reflexión importante sobre el mundo que vivimos pero sobre todo sobre el mundo que queremos vivir.
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