El siguiente texto fue publicado en la Revista Electrónica "Payaso Procaz", fue el último artículo de mi columna "Entropía" y trata ni más ni menos que el tema de la Legalización. Es un texto esquizofrénico porque muestra mi visión al respecto, que es ambigüa, ya que por un lado estoy totalmente a favor de la legalización, de esa y de otras drogas, pero estoy en contra de su consumo.
Así que propongo un firme activismo en contra del consumo de las drogas, aunque apoyo su legalización. Yo pienso que esto es perfectamente legítimo, pero mi mejor amigo me ha acusado de ultraderechista, panista, hijo de Fox, y etc. Es dificil mantener una postura así en la modernidad, he visto drogarse al 80 por ciento de mis amigos; en una de las escuelas en las que yo estudié yo era el único alumno que no fumaba marihuana.
De ese gran total de amistades he tenido la desgracia de ver morir a dos por causa de las drogas. Y si fuera uno solo, para mí, ya es un costo muy alto. En mi texto me falto señalar que la marihuana tiene efectos positivos y terapeúticos cada vez más comprobados, son notables los textos que ha estado publicando a este respecto el psiquiatra y rector universitario Juan Ramón de la Fuente. Y con todo, el uso adictivo de esta droga también tiene fatales consecuencias. Pero en fin, cada quién su churro. Este artículo se publico en mayo de 2013. Así se veía:
El último churro de Entropía
El problema de las drogas no es
una cuestión moral. No es un problema de maldad y bondad. Ni las personas que
usan drogas son malas, ni las personas que no las usan o que nunca las han
usado, son almas de Dios. Socialmente es muy importante que desvinculemos el
tema de las drogas de la valoración moral, de tal forma que veamos el problema
como lo que es. Un asunto de salud. Con dos aristas diferentes, de salud
pública y de salud personal. Que a veces puede ser meramente anecdótico, pero
que otras, desafortunadamente puede tener un impacto profundo y definitivo en
la vida de las personas. Las drogas no
son malas. Tampoco las personas que las usan. La adicción a las drogas sí. O
sea la enfermedad, la farmacodependencia. ¿Quién es farmacodependiente y quién
no? No lo sabemos. Para los que son adictos… basta una vez, un solo consumo,
para arribar al abismo mortal de la drogadicción. Y por eso, pienso que es
mejor no probarlas. Yo propongo un activismo contra el uso de las drogas. Pero
también apoyo su legalización. Esto puede parecer contradictorio, pero no lo
es.
La amplia paleta de drogas
legales e ilegales que existen, ofrecen
experiencias muy diversas. Algunas muy positivas. La cocaína por ejemplo mejora
la fuerza y la energía vital, incrementa el intelecto, e inhibe los malos
efectos del alcohol. Pero, como los opiáceos, es tremendamente adictiva. Y
desde el punto de vista médico, brutalmente destructiva. Se ha demostrado científicamente el grave
deterioro de la capacidad sináptica del cerebro con el uso crónico. En la
cocaína ese deterioro es muy visible, uno puede identificar sólo por su aspecto
a una persona adicta a esta sustancia.
La marihuana, que es una droga
más benigna que los opiáceos y que la cocaína, tiene tres veces más
cancerígenos que el tabaco. Su uso intensivo y prolongado produce mucho más
rápido que el tabaco, problemas muy graves de cáncer. Me gusta mucho poner de
ejemplo al gran músico jamaicano Bob Marley. Un verdadero genio.
Desafortunadamente, adicto a la marihuana. Murió a los 36 años, consumido por
la metástasis cancerígena. La marihuana tiene además graves impactos negativos
en la conducta: entorpece la atención y la concentración, y afecta la memoria.
Todas capacidades que impactan el coeficiente intelectual. El uso prolongado de
esta sustancia puede afectar estas capacidades de forma permanente.
Resulta evidente que el abuso de
las drogas, aún de las más benignas, aún de las que son legales, impacta
negativamente la salud, con todas las consecuencias que esto conlleva.
Sería padrísimo contar con una
droga que tenga todas las virtudes y que prescindiera de sus defectos. Pero no
existe. Todavía no. Por el contrario, la ambición humana ha propiciado la
creación de drogas químicas con efectos placenteros más poderosos, pero también
mucho más destructivas. El crack o la piedra,
como se conoce en el barrio mexicano, es un procesado de cocaína que propicia
una experiencia sumamente placentera, con un poder adictivo devastador. En
Estados Unidos la adicción al crack tuvo rasgos epidémicos en los años ochenta http://es.wikipedia.org/wiki/Epidemia_de_crack.
Yo viví personalmente la
destrucción de una buena amiga, por virtud de la piedra. Era hija de familia, tenía una buena plaza en Petróleos
Mexicanos, tres hijos y la vida por delante. La primera vez que desapareció
—dejando a sus hijos desamparados— fue encontrada en la merced, prostituyéndose
para costear su adicción a las drogas. La segunda vez que desapareció anduvo
viviendo de la mendicidad. Taloneaba,
como se dice vulgarmente. Sacaba para su hotel, su comida —una al día— y su
droga. Esta vez no la encontró su familia. La entregó su pareja callejera en
una lamentable situación psiquiátrica. En situación de calle sufrió vejaciones
indescriptibles. Pero eso era lo de menos. Estaba destruida psíquicamente, de
forma irreparable. Mi amiga había desaparecido y lo que quedaba de ella, era un
remedo de ser humano, una caricatura.
Una de las motivaciones que
llevaron a mi amiga a las drogas fue su espíritu de rebelión. Consideramos a
las drogas un mundo prohibido, y eso las hace más deseables de lo que debieran
ser. Lo prohibido incita, emociona. Es experiencia humana común. Si queremos
realizar una buena campaña contra el consumo de las drogas, lo primero que hay
que hacer es quitarles esa imagen cultural. No hay de otra, hay que abolir la
prohibición.
El prohibicionismo fomenta muchos
vicios sociales nefastos, el tráfico y la violencia del tráfico, la
constitución de poderosas mafias o aberrantes grupos delictivos, les da poder
económico y por lo tanto poder corruptor; el prohibicionismo fomenta la falsa
imagen de la droga como un elemento de rebeldía, un fenómeno contracultural que
la vuelve deseable para los jóvenes e indeseable para los poderes autoritarios.
Y ahí está: el motor de una nefasta valoración moral, socialmente establecida.
Si la autoridad dice no. La rebeldía dice sí. Aunque sea autodestructivo.
Los beneficios de la legalización
son enormes. Además de abolir todos los vicios antes descritos, permitiría un
mejor manejo del problema en términos sanitarios. De facto, al ser legal,
podemos controlar mejor su distribución, por ejemplo inhibir su consumo en
niños o jóvenes. Podemos darle una nueva imagen a las drogas, tal como hoy se
hace con el tabaco y el alcohol. En fin. Las drogas deben legalizarse. Y por
otro lado, mantener un intenso activismo contra el consumo de las drogas.
Imagino una campaña: “No las
pruebes”, una campaña que demuestre que hay mejores experiencias en la vida que
la que te puede brindar el uso de una droga. El deporte, el excursionismo, el
arte, el amor. Porque siempre es mejor NO PROBARLAS.
Este es el último churro
de Entropía en el Payaso Procaz.
Todo lo que inicia termina, y
lamentablemente la historia del Payaso Procaz concluye estos días.
Agradezco
muchísimo el espacio, el trabajo y el apoyo que me brindaron los espíritus
mágicos del Payaso: Cecilia, Carlos y Leopoldo. Con su arte y liderazgo
llevaron esta revista, y el blog Entropía, a muchísimos lectores. Agradezco
infinitamente a mis tres lectores, su lealtad y sus buenas vibras. Si mejoramos
un poquito su humor cotidiano y le provocamos algunas buenas vibras, cumplimos
el objetivo. El BLOG ENTROPÍA no se va definitivamente, sólo suspende labores temporalmente.
En próximos meses, en el BLOG DOSVALAR se dará a conocer el nuevo espacio de
este BLOG. Por lo tanto esto no es un
adiós, sino un hasta pronto. Los quiero.
Entropía S. A. V. (Sociedad del Amor a la Vida)
Luis F. Gallardo León
23 Mayo 2013
* * *
Por cierto, muy pronto tendré nueva columna en otra revista digital.
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