EL INCIDENTE ES EL INCIDENTE
Donde argumento porque “El Incidente” película de Isaac Ezban me parece
una pieza maestra de nuestro tiempo.
No habrá nunca una puerta. Estás adentro
Y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino…
Jorge Luis
Borges
Laberinto
(fragmento)
Tres días después del estreno de “Niños del hombre” (Children of men, Alfonso Cuaron, 2006)
un buen amigo egresado del CCC, me comentó que un amigo le había hecho el
siguiente comentario, cito textual: “Es una de esas películas que se basan en
una mamada, desarrollan esa m… y
hacen una película”. Por supuesto, el comentario era despectivo y mi amigo fue
contundente en afirmar que no iba a ir a ver la película porque coincidía con
su amigo y no le gustaban ‘ese tipo de historias’. Se la perdió.
Discutimos porque a mí me gustan mucho —muchísimo— ‘ese tipo
de historias’. Son narraciones de caso,
así las llamaba mi maestro Enrique Anderson Imbert. Los cuentos de caso en realidad pueden ser muy
interesantes, las películas también. El caso
difiere de otras formas narrativas breves, por su carácter hipotético. La
hipótesis puede ser realista o fantástica, pero siempre es una anormalidad. La
realidad está llena de anormalidades, pero la fantasía humana es capaz de
innovar muchísimas más.
“Es una coyuntura o situación de dificultosa salida. Los
juristas entienden por caso fortuito
un suceso inopinado, imprevisible o inevitable. Los teólogos entienden por “caso de conciencia” un conflicto moral
sobre el que sólo una alta autoridad puede dictaminar. (…)El caso es lo que queda cuando se quitan
accesorios a la exposición de una ocurrencia ordinaria o extraordinaria,
natural o sobrenatural.” (Teoría y técnica del cuento. Buenos Aires, Marymar,
1979)
La mayoría de los brevísimos cuentos de Borges son casos fantásticos, qué pasaría si
alguien tuviera una memoria anormal y fuera capaz de recordarlo todo “Funes el
memorioso”; que pasaría si existiera un punto en el espacio tiempo donde uno
pudiera conocerlo todo “El Aleph”. Fue el género favorito del mismo Anderson
Imbert, ahí está “El leve Pedro” un tipo ligero como una pluma ¿Podría vivir
usted una vida normal si pesara lo mismo que una pluma?
Los casos abundan en la literatura
universal. Cierta mañana al sentarse a desayunar un barbero se encuentra una nariz en su pan, “La nariz” de Nicolái
Gógol. “El Perfume” de Patrick
Süskind se basa en el caso de un
hombre que tiene un sentido del olfato fuera de lo común. Rip Van Winkle de Washington
Irving se queda dormido durante 20 años. Cuando se duerme es inglés, cuando
despierta ya es norteamericano. Me encanta un cuento de Joseph Payne Brennan
llamado Levitación, donde un
hipnotista hipnotiza a un bully y le
ordena a realizar algo asombroso y muy riesgoso si no se detiene a tiempo, pero
antes de deshipnotizarlo el hipnotizador muere. ¿Se imaginan? ¿Qué pasaría si
un hipnotista te transforma en cerdo y luego muere sin enmendar su hipnosis? Tsss. Cervantes tiene su “Licenciado
Vidriera” ¿Qué pasaría si un hombre se creyera de cristal? En la bella novela
de Frank Baum, “El mago de Oz” tenemos un reino de cristal completo.
Recuerdan este: Cuando despertó se encontró transformado en
un inmundo bicho… ¿Qué pasaría si al despertar fueran una enorme cucaracha? Eso
pasa en “La matamorfosis” de Franz Kafka. Es un caso. En fin. Creo que queda
claro qué es un caso.
¿Y en el cine? Los ejemplos son innumerables. En “Amor en
colores” (Pleasantville, Gary Ross, 1998)
nos narra lo que pasaría si alguno de nosotros, de esta realidad,
repentinamente invadiéramos un mundo acartonado como el de un ridículo y
ultraconservador sitcom de los años
cincuenta. Bellísima película. En “El increíble hombre menguante” de Jack Arnold,
con guión de Richard Matheson (mejor conocido por su Best Seller “Soy Leyenda”)
un hombre comienza a empequeñecer infinitamente. Recuerdo esta película
intensamente.
En “El curioso caso de Benjamin Button” —que lleva el
concepto de caso en su mismo título—
el extraordinario relato de Francis Scott Fitzgerald llevado a la pantalla por
David Fincher (2008) un hombre nace anciano y conforme su vida avanza va
rejuveneciendo, hasta ser un niño, bebé, etc. Similar al fabuloso relato del
cubano Alejo Carpentier “Viaje a la semilla”. En el asombroso cortometraje
“Rebeca a estas alturas” (2003) de Luciana Jauffred Gorostiza, una mujer
comienza a tener severos problemas de peso que va a ir aumentando
exponencialmente hasta que la mujer retiemble en su centro la tierra https://vimeo.com/32933054. La obra
maestra de Buñuel “El Ángel exterminador” es un caso: ¿Qué pasaría si un grupo de hombres no pueden abandonar una
habitación?
Otra bellísima película que recuerdo también intensamente se
llama “Hechizo del tiempo” (Groundhog Day,
Harold Ramis, 1993) donde nos muestra lo que le pasaría a un hombre –Phil,
magistralmente interpretado por Bill Murray— si quedará atrapado en un mismo
día. Sin importar lo que haga, despierta siempre en un mismo día. Esta es una
historia de laberinto temporal, del cual Phil no encuentra salida.
Y este tipo de estructura de laberinto sin salida se
encuentra también en “El Incidente” de Isaac Ezban (2015). Es una fascinante
película de caso, sinónimo de incidente, que “puede connotar peligro,
lance, cambio, emergencia, infortunio, fracaso, muerte.” (Imbert, ibídem), en
la cual los personajes resultan encerrados en un laberinto espaciotemporal sin
aparente solución. Es una película mexicana de guión: ¡Por fin! Qué se atreve a
salir del marasmo neorrealista que parece bastante agotado.
Destacan las
actuaciones de Humberto Busto, Hernán Mendoza y de la siempre genial Nailea
Norvind — en plan verdaderamente estelar, luminaria que ya ha dejado papeles
memorables en el cine nacional como su Nina
en “La otra familia”—, aunque el resto del reparto es un tanto más irregular.
La película tiene un final interesante y deja al espectador un tanto
desquiciado, con una sensación reflexiva en torno a su propio espacio tiempo.
Tras los créditos aparece una imagen metafórica de la película,
la del hámster liberado de su rueda, del ciclo eterno. Quizá el incidente no es
más que una metáfora de nuestra propia vida humana, que no es más que un
laberinto espacio temporal infinito.
“El Incidente” me parece una obra maestra de nuestro tiempo.
Una película que demuestra mi idea obsesiva de que en cada época, en cada año,
sin importar cuán mal este nuestro cine a nivel económico, social, político,
institucional, se puede encontrar una buena película. No puede perderse la
oportunidad de ver una cinta mexicana de esa categoría. Una película que es en
sí un incidente.
Y sí, puede que los casos
—aún las grandes obras maestras que se han citado abundantemente— no sean más
que una mamada. Pero tanto para hombres como para mujeres de todas señales y sinos no hay nada más placentero que una
buena m… ¿O no?
Adenda:
Yo encuentro fascinantes las historias de laberinto.
En “El Resplandor” (1980) de Stanley
Kubrick el laberinto físico es como una metáfora del laberinto mental del
personaje principal, del cuál es su propio minotauro.
El laberinto feérico de
“Laberinto” (1986) la guiñolesca película del genial Jim Henson, con actuación y
música de David Bowie.
Los laberintos de la supervivencia con sus propios
minotauros: Alien 3 (David Fincher, 1992); El laberinto del Fauno (Guillermo
del Toro, 2006); la interesante saga “Maze Runner” (Wes Ball, 2014/2015) que me
recuerda muchísimo el estupendo libro de Algis Budrys “El laberinto lunar”,
aunque este se centra más en la relación del Ser Humano con la muerte; la
asfixiante “El Cubo” (Vicenzo Natali, 1998).
También tenemos películas con
laberintos sociales como “Cadena perpetua” de Arturo Ripstein; o el emocionante
thriller “Sin Salida” (No way out, Roger Donaldson, 1987).
Los laberintos
virtuales, que ya existían en la narrativa de Phil K. Dick pero que puso de
moda el “Neuromancer” de William Gibson y su cultura cyberpunk: ¿Estamos en la
realidad o en la imaginación de los personajes? Total Recall (Paul Verhoeven,
1990); Nirvana (Gabriele Salvatores, 1997); Matrix, (hermanos Wachowsky, 1999).
Los laberintos mentales: estamos perdidos definitivamente dentro de la mente de
los personajes: “El origen” (Christopher Nolan, 2010); “Sucker Punch” (Zack
Snyder, 2011).
Y un largo etcétera. Porque la vida es laberinto cuya única
puerta es la muerte: ergo el infinito.
Ah, qué buena reseña, llena de referentes fílmicos y literarios interesantes (déjame añadir uno: "La noche boca arriba" cuento de Julio Cortázar).
ResponderEliminarExcelente tu exposición del concepto de "caso". Me gustó mucho la mención al buenísimo e inquietante cuento "El leve Pedro", que muchos conocimos gracias al libro de lecturas de sexto año, como seguramente recuerdas.
Exactamente esa palabra, "mamada", me surge cuando pienso en la gente que no puede apreciar una película como "El incidente". Pero es que en esta cultura que idolatra lo basto, lo populachero, lo vulgar, lo común, casi cualquier propuesta arriesgada, bien hecha, diferente, es una "mamada".
La película me sorprendió gratamente, me intrigó de principio a fin, me entretuvo, estéticamente es interesante, y me dejó pensando, ¿qué más se puede pedir de una película? Y además compensando con profesionalismo la limitación de recursos, infinitamente menores en comparación con cualquier película holiwoodense de medio pelo.
He leído algunas reseñas, casi todas favorables en general, pero que apuntan algunos fallos; son apreciaciones válidas pero a fin de cuentas subjetivas; por ejemplo, algún crítico dice que el final casi arruina todo, es muy largo, que explica demasiado y es un "deux-ex-machina". A mí me parece al contrario: precisamente porque es el meollo del asunto, me gustó que el final haya sido así, tan "climático" por así decirlo.
También concuerdo contigo en la apreciación sobre "el marasmo neorrealista" del cine mexicano. Antes de "El incidente" vi "La tirisia". Otra buena película (sobre todo visualmente, creo yo) pero apegada a una fórmula un tanto segura, poco arriesgada; por eso es mayor el mérito de Isaac Ezban.
Pensaba en si lo sorprendente de la película se debe a que brilla en el contexto mexicano, y en parte sí, pero también imaginándomela como película hecha en Estados Unidos, Polonia, China o donde sea, creo que igual me hubiera sorprendido y gustado igual.
Saludos.
Gracias Daniel. Yo no conocí "El leve Pedro" en la escuela, me parece que no esta contemplado en la educación básica mexicana. Yo supe del maestro Anderson Imbert por su libro "Teoría y técnica del cuento". Luego me lo encontré en la carrera de letras, pues escribió una enciclopedia de literatura hispanoamericana realmente asombrosa, porque todas las entradas tiene comentarios críticos suyos. Pude conseguir varios libros suyos en librerías de viejo, en la calle de Donceles, en la Ciudad de México. Lo considero mi maestro, y ese libro, mi libro de cabecera, vuelvo a él una y otra vez. Un abrazo.
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